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lunes, 11 de julio de 2022

Reseña de LA SOMBRA DE POE

La sombra de Poe, por Matthew Pearl



Ficha

La Sombra de Poe (The Poe Shadow)
Autor: Matthew Pearl
Trad: Vicente Villacampa
1ed, Buenos Aires, Seix Barral, 2006


La historia comienza con flashforward donde el protagonista, Quentin Hobson Clark, abogado en Baltimore y “apasionado de la lectura” está siendo juzgado por algo sin revelar aún, y en circunstancias que revelan que cosas muy malas le han acaecido.

Posteriormente, nos sitúa en el 8 de octubre de 1849, donde Quentin presencia un entierro que le impacta por la tristeza de la escena –con muy poca gente, que tampoco muestra gran pesar–. Al día siguiente se entera que se trataba del entierro de su autor favorito, Edgar Allan Poe, con quien, además, había estado intercambiando algunas cartas.

Quentin me provocó simpatía desde el comienzo por su idealismo: es el más idealista de su entorno, le gustaría defender algo que sepa que es justo o valioso, más allá del dinero, que es la razón por la que se ofreció a Poe en sus cartas con él como su asesor legal. Mi simpatía disminuiría por su posterior accionar, a partir de la tercera de las cinco partes de la obra, debido a que es totalmente superado por la situación: va a los tumbos sin casi entender nada, con más emocionalidad que la que correspondería a un admirador de C. Auguste Dupin que trate de desentrañar un misterio (Dupin es el protagonista de tres relatos de Poe donde se configura el moderno policial de enigma que Conan Doyle perfeccionaría y populizaría con Sherlock Holmes), aunque más avanzada la quinta parte se redime un poco de esto comenzando a atar cabos por sí mismo.

Ahora bien, lo que lo motivó en su accionar fue, por un lado, su irritación ante que las vilipendiadas que ya aparecían en la prensa contra Poe antes de su muerte se magnificaron con posterioridad a esta; y, por otro lado, que la muerte de Poe estuvo rodeada de misterios: estuvo llamando en sus últimas horas en el hospital a un tal Reynolds que no se pudo identificar, se lo encontró con ropas raídas que no eran de su talla, y varias cosas más. Quentin empieza a indagar, no con decisión de realizar una gran investigación al principio, sino con la de “a ver si descubro algo”. Termina descubriendo que el misterio es demasiado profundo para él, pero entonces llega a sus manos un recorte de diario que habla de que el genial Dupin estuvo basado en una persona genial y real de Francia, y entonces, Quentin parte en su busca para traerlo a Baltimore y que resuelva el misterio.

Sin embargo, se topará con un problema inesperado: el penúltimo hombre que descartó entre los posibles inspiradores de Dupin, el barón Claude Dupin, no acepta su rechazo luego de que Quentin le comunique que ha cambiado de opinión y que pasó a considerar que Auguste Duponte es “el verdadero” Dupin, y el barón, abogado de artes sucias caído en desgracia y acuciado por graves problemas financieros que ponen su vida en peligro, parte por su cuenta a Estados Unidos para resolver el misterio y hacerse de dinero y de su fama perdida.

Por otro lado, el elegido de Quentin, Duponte, está viviendo apartado del mundo y no muestra interés en la muerte de Poe, aunque tolera la presencia de Clark, quien intenta “despertarlo” de la especie de sopor o indiferencia suprema que él tiene. Finalmente, van juntos a Baltimore. Así, se desata la competencia entre dos posibles Dupin, pero hay detrás de ella más de lo que Quentin puede ver al principio.

Las mejores cosas del libro son: la primera parte de este, donde Clark está solo; a las particulares personalidades de los candidatos a Dupin y de la esposa del barón, Bonjour; y a los capítulos donde se comparan las conclusiones sobre la muerte de Poe a la que llegaron los dos candidatos a Dupin. La competencia intelectual que se desata entre el barón y Duponte también es de lo mejor del libro y, sin embargo, también es donde narrativamente el buen ritmo que tenía empieza a sufrir problemas.

El autor demuestra un gran manejo de la lengua y hay una gran reconstrucción histórica de Baltimore y las circunstancias de la época, pero algunas desiciones estilísticas dejan algo que desear: hay molestos saltos temporales,   pues algunos son hacia adelante y luego vuelve hacia atrás, aparentemente con el propósito de acomodarse a que el protagonista narrador en primera persona hace la narración, en cierto modo, a medida que la recuerda, pero el efecto es más molesto que lo que aporta en verosimilitud. Indicando que Pearl sabía muy bien lo que estaba haciendo aunque no alcanzara, para mí, el efecto que buscaba, Clark dice en un momento (p226): "Pero veo que he dado un salto excesivo adelante, como tiendo a hacer. Reconstruiré mis pasos antes de regresar al diálogo anterior".

También, aunque comienza con fluidez y ritmo veloz, a partir de la segunda parte la historia comienza a volverse más esquemática y menos fluida.

No obstante esos defectos, la novela valdría la pena aunque sólo fuera por el personaje de Auguste Duponte, el candidato entre los posibles inspiradores para el literario Dupin que Quentin Clark selecciona como el que debe haber sido tal inspirador, y también por la larga y bien hilada explicación dada por el final de la obra a la muerte de Poe (aunque también aquí se hace patente otro defecto que ocurre algunas veces, el de tratar de dar más impacto o sorpresa que la que se ajusta a la situación).

Finalmente, el último capítulo, por otro lado, tiene un buen cierre, con un tono de conclusión y seminostalgia

No es necesario haber leído a Poe antes de leer este libro, aunque haberlo hecho suma a su disfrute (leer Los crímenes de la calle Morgue antes es recomendable para que no les pase como a mí, que me lo espoileó).

Un par de frases:

[Quentin Clark] El nombre de Poe debe ser rehabilitado. Rescatado de una eternidad de injusticia.
[Duponte] Los periódicos casi siempre están equivocados acerca de todo. Si encontrara usted alguno de los principios de su religión impresos en una página, sería hora de considerar su forma de dar culto a Dios

Reseña de Los crímenes de la calle Morgue 

Poe y la inteligencia y el análisis