Crónicas de Elric (II) La Fortaleza de la Perla
En el autoexilio y en un mundo de sueños
Ficha
Título original: The Fortress of the Pearl
Autor: Michael Moorcock
Año de publicación original: 1989
Edhasa, 2007, 1º edición, Buenos Aires
Traducción: Hernán Sabaté
ISBN: 978-950-9009-87-5
Ilustración de cubierta: Pez
Elric, el emperador albino, se ha autoexiliado de Melniboné durante un año para
viajar por los Reinos Jóvenes para estudiar sus modos de vida, con la
esperanza de encontrar algo con lo que revitalizar la vida en la decadente
Isla del Dragón. Cuando buscaba la legendaria ciudad de
Tanelorn, se pierde en el Desierto de los Suspiros y
llega a duras penas a Quarzhasaat, ya sin reservas de las hierbas que
sostienen su cuerpo débil. Allí es salvado, y engañado, por uno de los
líderes de la ciudad, quien le da una droga que lo revitaliza pero que
genera dependencia, además de que lentamente irá destruyendo su cuerpo
hasta la muerte. Esto con el propósito de darle el antídoto a cambio de
que Elric encuentre y le entregue la Perla en el Corazón del Mundo,
y, para asegurarse de ello, este noble también secuestra al muchacho que
había salvado a Elric a su llegada a la ciudad.
Elric parte entonces en busca de la niña que sabe la
localización de la Perla, y aprende que ella cayó en un sueño encantado
cuando los quarzhasaatianos la secuestraron y antes de que fuera rescatada;
por lo tanto, sin los medios para despertarla, Elric se une a la
ladrona de sueños, Oone, para adentrarse en el mundo de
sueños de la niña y recatarla de su mundo onírico. Pero si uno muere en el
mundo onírico, muere en el mundo real, y la niña se encuentra en la
Fortaleza de la Perla, que cuenta con defensas, y Elric y
Oone deben atravesar siete mundos de sueño para llegar a ella; mundos de
sueño que no sólo les opondrán enemigos físicos, sino también barreras
psicológicas…
Esta novela no tiene el inconveniente de ser un poco demasiado
esquemática, como Elric de Melniboné, sino que tiene un desarrollo mucho
más fluido, además de ser un poco más larga, pero su fluidez no la vuelve
más rápida, pues está llena de las disquisiciones de Elric. Continúan
también esas enigmáticas y acuciantes alusiones al gran futuro no feliz
destino de Elric, quien en esta historia se ve confrontado aún más con sus
deseos y arrepentimientos que en el anterior libro. Oone, por su parte, que lidera la expedición en el mundo de sueños, es un
excelente personaje, y ella y Elric hacen una excelente combinación.
En el final de la historia, Elric actúa en uno de esos modos
que contribuyen a volverlo un personaje tan interesante y atrayente de ver
qué hará:
Espóiler
busca venganza, pero dejando un resquicio de posibilidad de salvarse para aquel que lo engañó; y ofrece a los líderes opresores de la ciudad decadente, que insisten en sostener una farsa de esplendor, algo valioso a cambio de la ciudad entera, sabiendo que lo más probable de lejos es que lo rechacen y traten de quitárselo por la fuerza, a lo que él respondería con la fuerza de Tormentosa, y con placer si así fuera, pues
Elric no provoca combates, pero sabe entregarse a ellos y disfrutarlos…
al menos mientras duren.