El primer grupo de historias cortas de Sherlock Holmes
FICHA
Título original: The Adventures of Sherlock Holmes
Autor: Arthur Conan Doyle
Publicación original: 1891-1892 (las historias individuales); 1892 (el
volumen recopilatorio)
Editorial Terramar, primera edición, 2005; Buenos Aires
Traducción: Ricardo Healy
ISBN: 987-1187-30-0
Todas las historias están narradas por Watson en tercera persona. En varias de las historias no hay delito alguno, por lo menos en términos legales, y Holmes felicita a Watson por saber elegir entre los casos interesantes aunque no haya delito, en vez de los más sensacionalistas. Aunque algunas historias me gustaron más que otras, todas son excelentes, con la única excepción de la última, que es la me que me gustó menos porque Holmes participa poco aunque la historia es larga.
Escándalo en Bohemia
Usted ve, pero no observa. La diferencia es evidente
Uno de los casos en los que Sherlock Holmes falló (aunque su cliente lo
recompensa de todos modos porque el resultado parcial fue suficiente) y, de
acuerdo a Watson, significó una especie de punto de inflexión en la estimación
que Holmes hacía de la inteligencia de las mujeres, inteligencia de la que
solía burlarse pero últimamente no le he oído hacerlo
, aunque yo creo, por
comentarios que Sherlock hace en otras historias sobre las mujeres, que su
pensamiento estaría orientado hacia una superficialidad de las mujeres mas que a su capacidad; por
ej., en una ocasión dijo que sospechó de una mujer porque ella se había puesto
a contraluz, por lo que pensó que quería ocultar sus expresiones faciales para
ocultar sus pensamientos, y resultó que simplemente no quería que se le viera
que no se había terminado de maquillar; y, por otra parte, como ya visto en La
señal de los cuatro respecto a Mary Morstan, no tiene problemas en reconocer
la inteligencia de clientes mujeres una vez que las conoce por sus relatos.
De vuelta al presente caso, este también muestra explícitamente que a Holmes y
Watson no les importa infringir la ley y exponerse a ser detenidos si es por
una buena causa
. El cliente aquí es un rey y se menciona también que SH ha
servido a la familia real de Holanda, así como que la prensa publicaba
intervenciones de SH en resolver casos; es decir, el talento del detective consultivo ya
era reconocido ampliamente.
La liga de los pelirrojos
Al nuevo cliente de Holmes le ha ocurrido uno de los sucesos más extravagantes
de las historias holmesianas, y al principio no se ve delito alguno; no lo ven
ni él ni Watson, pero Holmes piensa pronto que lo hay y que se enfrenta a un
plan de alguien a quien considera el cuarto hombre más inteligente de Londres
y tercero en audacia, y tarea suya será predecir el siguiente movimiento para
poder atraparlo.
Un caso de identidad
Una joven le pide a Sherlock que encuentre a su prometido, desaparecido del
carruaje que lo transportaba a su casamiento. Holmes identifica fácilemente el
caso como similar a otros en su conocimiento de la literatura criminal y se
las ingenió para conseguir las pruebas que confirmaron su teoría de los
hechos.
Ocurre aquí uno de los hechos más indeleblemente memorables de todas las
historias de Sherlock Holmes cuando este se enfurece contra el culpable de lo
ocurrido a su cliente y lo amenaza con darle de latigazos (y me escribió a
fuego en la mente la primera expresión que soltó en su acaloramiento, “¡Por
Júpiter!”)
El misterio de Boscombe Valley
Watson recibe un telegrama de Holmes pidiéndole que lo acompañe en un viaje en
tren al oeste de Inglaterra para solucionar un caso de asesinato, el cual
Holmes comienza, tras leer los diarios y el reporte del juicio, con la
suposición de que el sospechoso –que lo es mucho ante todos– es inocente
porque tan pronto le atribuyen demasiada imaginación como demasiado poca
.
Pero aún con eso, el principal factor por el que Holmes prevalece sobre
Lestrade para descubrir la verdad es su trabajo de análisis sobre la escena
del crimen, como en tantas otras ocasiones, aunque luego elige no seguir –tras
darle su oportunidad a Lestrade– los canales oficiales para llevar al criminal
a la justicia.
Las cinco semillas de naranja
Un joven llega a Baker Street para pedirle a Sherlock Holmes ayuda contra una
conspiración misteriosa que se ha llevado las vidas de su tío primero y de su
padre después, y ahora le ha llegado la misma amenaza que les había llegado a
ellos: un sobre con una orden sobre ciertos papeles, y en el sobre, firmado por KKK, hay cinco
semillas de naranja…
Spoiler
El signo del Ku Klux Klan
Holmes dice aquí que ha sido vencido cuatro veces: por tres hombres y una
mujer.
El hombre del labio retorcido
Watson va a sacar de un fumadero de opio a un amigo y, para su sorpresa, se
encuentra allí a Holmes, disfrazado. Sherlock está allí esperando encontrar
alguna pista sobre el destino de alguien que desapareció allí y,
aparentemente, qué ha ocurrido es algo que sólo saben el dueño de ese fumadero
y un mendigo con el labio retorcido.
El carbunclo azul
Watson visita a Holmes dos días después de Navidad y se encuentra con que está
examinando un sombrero de alguien por identificar, aunque sin que haya delito
alguno de por medio. Sherlock –contrario a Watson– puede hacer unas buenas
suposiciones sobre la personalidad del dueño, y su identidad cobra mucha
importancia cuando se descubre dentro del ganso junto al que se había
encontrado el sombrero una valiosa piedra preciosa robada.
Spoiler
Holmes
indultará al criminal al final con la esperanza de “salvar el alma” de este. Y
en la serie protagonizada por Jeremy Brett, lo que en el libro dice con calma, que la policía no
le paga para cubrir sus deficiencias, en el la serie lo grita con enojo… y
ambas cosas me gustan.
La banda de lunares
¿Lo ve, Watson? –gritaba- ¿Lo ve?
Uno de los momentos que me resultaron de mayor clímax de las historias
holmesianas.
Una joven le pide ayuda a Holmes porque teme que la muerte por medios
desconocidos que le acaeció años atrás a su hermana gemela le ocurra ahora
también a ella debido a extrañas cosas que ocurren últimamente en su casa. Y
ocurre un momento que resulta gracioso por cómo Holmes se toma la irrupción en
Baker Street del padrastro iracundo de la chica luego de que ella se fuera,
que a su vez demuestra que se la ven con alguien muy peligroso. Este caso crea
una de las mejores atmósferas de suspenso para el momento decisivo.
El dedo pulgar del ingeniero
Tal y como Watson advierte al principio de su relato, este ofreció poca
oportunidad para que Holmes demostrara sus talentos. Por ende, es más bien una
historia de suspenso de cómo el ingeniero que apareció en el consultorio de
Watson con un pulgar menos llegó a ese estado.
El aristócrata solterón
El cliente de Sherlock Holmes en esta ocasión es un noble importante cuya
esposa desapareció al poco rato de casarse. Holmes, no obstante, resolvió el
caso sólo leyendo los diarios y a partir de sus conocimientos de la literatura
criminal, antes de que St. Simon llegara para contarle los hechos, y sus
preguntas al noble sirvieron para confirmárselo. Este caso contiene uno de los
momentos más divertidos de todas las historias de SH debido a la gracia que le
causan a Sherlock las ideas de Lestrade para intentar resolverlo, con una
burla épica además:
Spoiler
Lestrade: ...me pareció que si la ropa estaba allí, el cuerpo no se encontraría muy lejos.
Holmes: Según ese brillante razonamiento, todos los cadáveres deben encontrarse cerca de un armario ropero.
La corona de berilos
Uno de los mejores. La corona del título, entregado como garantía a un
prestamista, ha sido parcialmente robada por el hijo del mismo; parcialmente
porque no falta toda la corona, sino una parte de ella con tres de sus
berilos. El prestamista acude desesperado a Sherlock Holmes para que lo salve
a él y a la ilustre figura británica que le había entregado la corona,
creyendo que su propio hijo es en verdad un ladrón, y Holmes investigará todo
con su habitual método y frialdad.
El misterio de Copper Beeches
Este caso trata sobre una joven institutriz que pide consejo a Holmes relativo
a un trabajo rodeado de extrañas circunstancias. En el caso en sí Holmes tuvo
muy poca participación, pero sí está la opinión de Sherlock sobre las
elecciones literarias de Watson en lo relativo a sus casos, además de la frase:
Datos, datos, datos! ¡No puedo hacer ladrillos sin arcilla!