LAS CRÓNICAS DE ELRIC 8 TORMENTOSA
Ficha
Título original: Stormbringer
Autor: Michael Moorcock
Fecha de publicación original: 1963
Editorial Edhasa, primera edición, marzo de 2010, impreso en Argentina,
Avellaneda
Traducción: Celia Filipetto
Ilustración de tapa: Whelan Michael; de la espada de la sobrecubierta: Christos Achilleos; de las guardas: Krystal Camprubi
ISBN: 978-987-628-079-2
Ha llegado al fin el momento para que Elric de Melniboné cumpla su destino de Campeón Eterno, a través del apocalipsis del Caos.
La esposa de Elric, Zarozinia, es raptada por esbirros del Caos, específicamente, de los Dioses Muertos, a los que ya se había mencionado en un par de ocasiones en los libros anteriores. Pues bien, no estaban muertos, sino en un autoexilio provocado por el miedo que las espadas Tormentosa y Enlutada les causaron cuando fueron forjadas para los emperadores de Melniboné, pues estas pueden destruir a los Dioses. Ahora que han vuelto, y que Jagreen Lern, el Teócrata de la isla de Pan Tang, ha entrado en contacto con otros dioses del Caos, entre ellos el propio patrono de Elric, Arioch, el Caos empieza a desatarse por la Tierra, y Elric se une a su primo Dyvim Slorm y los últimos melniboneses para enfrentarse al Teócrata…
...el Caos debía luchar contra el Caos; Elric debía volverse en contra de aquellos a los cuales había sido leal, utilizando armas forjadas por fuerzas caóticas para, ironías de la vida, derrotar a esas mismas fuerzas.
Esta es una historia apocalíptica, y ningún otro apocalipsis que yo haya leído o visto ha sido tan apocalíptico como este. El ambiente creado por Michael Moorcock es inigualable: las fuerzas humanas que se enfrentan al Caos son derrotadas, el planeta entero cambia, y sigue cambiando, pues la naturaleza del Caos es el cambio.
Para lograr que reine el Equilibrio Cósmico en una nueva Tierra reformada, Elric debe convocar a los Dioses de la Ley para que se enfrenten a los Dioses del Caos, pues ahora Arioch y los demás no dependen de que Elric sea quien los convoque y se presentan en la Tierra con sus formas terrenales (aunque me resulta un defecto de la historia que la participación de Arioch es demasiado pequeña para haber sido el principal Dios del Caos de las anteriores historias, algo que podría cambiarse para una película o serie si alguna vez las hacen, o que el propio autor podría decidir cambiar, pues ya ha cambiado otras cosas con el paso de los años).
Finalmente, Elric pierde todo sin saber por qué causa, pues aunque entiende la idea del Equilibrio Cósmico y pelea por él, esta no lo reconforta:
A Elric le costaba trabajo obtener una impresión objetiva de su difícil situación. Se sentía vacío y hacía tiempo que había dejado de esforzarse por comprender su propia naturaleza ambivalente. Siempre había sido esclavo de sus emociones melancólicas, de su debilidad física y de la sangre que fluía por sus venas. A diferencia de otros, veía la vida no como un todo consistente, sino como una serie de acontecimientos fortuitos. Le resultaba difícil simpatizar con las fuerzas de la Ley y se preguntaba si valía la pena luchar tanto para lograr el dominio sobre sí mismo. Era mejor vivir instintivamente que teorizar y equivocarse; era mejor ser un títere, dejar que los dioses movieran los hilos a su antojo, que tratar de controlar él mismo su destino enfrentándose a la voluntad de los Mundos Superiores y perecer por ello.
Lo que no desaparece a manos de las fuerzas desatadas del Caos, lo pierde a manos del elemento del Caos que él mismo esgrime, Tormentosa, mil veces más malvada que Elric.
Ningún apocalipsis es más pesadillezco que este. Esta historia, argumentativamente simple pero con la profundidad de la historia de Elric llegando a su conclusión, es altamente emotiva y constituye un digno final para la historia de Elric, sobre cuyo gran destino tanto se había insinuado a través de sus crónicas.
[P227 de La Fortaleza de la Perla (segundo libro de las Crónicas de Elric)]. Fragmento de la Crónica de la Espada Negra: “¿Existe acaso un valeroso señor nacido por el destino, capaz de llevar viejas armas, de ganar nuevos estados, y desgarrar las murallas que santifica el Tiempo, de arrasar antiguos templos como mentiras santificadas, de quebrar su orgullo, perder su amor, destruir su raza, su historia, su musa, y, tras renunciar a la paz en favor del esfuerzo, dejar sólo un cadáver que hasta las moscas rechazan?”
A pesar de ser el último libro, creo que es lo bastante autocontenido (al igual que los demás) para leerlo sin haber leído los otros, aunque leerlos en orden cronológico me parece lo mejor. He leído todas las crónicas de Elric excepto la última trilogía de historias hechas por el autor, que aun me falta por conseguir.