martes, 25 de agosto de 2020

TÉTRADA (ENTRADA 3 Y FINAL)

CAPÍTULO 3

ESPIONAJE

Viernes.

Primer día oficial de espionaje. Oficial porqe la tétrada ya había brindado más atención al comportamiento del profesor Monteros en la anterior clase con él de esa semana, sin ningún resultado excepto qe su actitud no había cambiado desde qe había cambiado.

Tras haberles dicho a los adultos el día anterior qe no irían a la casa de Álex sino a un LCR[3], haber hecho esa mañana qe sus mochilas fueran lo más livianas posibles, y armados con un par de walkie-talkies verdaderos de las gemelas[4] –sus padres gastan bastante en cosas para sus hijas– y unos prismáticos, también verdaderos, qe Álex llevaba en la mochila (regalo de sus abuelos paternos en uno de sus viajes a Inglaterra), él y Auro se escondieron en la curva de una esqina y Guille y Yesi en la del otro lado, de manera qe saliera hacia donde fuera el profesor, uno de los pares podría seguirlo desde atrás y el otro retrocedería por la cuadra desde donde se ocultaban –la perpendicular a la de la entrada de la escuela– hasta ocultarse en la otra esqina y allí estarían en posiciones similares a las del comienzo. Si el profesor no doblaba, el par qe hubiera retrocedido se adelantaría de forma paralela a él hasta la siguiente esqina. Así tendrían todas las direcciones cubiertas para seguirlo, aunqe claro, tendrían qe correr mucho –lo qe sería difícil para las chicas, ya qe si bien eran chicas enérgicas, no practicaban ningún deporte fuera de las clases de educación física de la escuela, y si bien eran de las más atléticas de la clase, sólo tenían una condición física normal, mientras qe Álex y Guille tenían sus cuerpos adaptados a correr muchas horas a la semana para jugar a la pelota–.

A pesar de las dudas respecto a su practicidad, el plan funcionó a la perfección. Lograron seguir al profesor mientras este caminó seis cuadras hasta entrar a un peqeño restaurante. Eso no era nada particularmente anormal, aunqe Álex no se lo esperaba cuando Guille les comunicó esa acción por el walkie al tiempo qe él y Auro corrían tras haber perdido de vista al profesor cuando este dobló una esqina, y se detuvieron en seco. Los cuatro habían supuesto qe el profesor se iría directamente a su casa. ¿Significaba esto qe vivía tan lejos qe se pasaría de la hora del almuerzo si lo hiciera? ¿O qizá se reunía con alguien? Si era esto último no había qe perder tiempo, y les dijo a Guille y Yesi por el walkie:

—Ustedes están más cerca, fíjense si pueden entrar sin qe los vea. Cambio.

Guille: —Está bien. Cambio y fuera.

Álex –pensando en qe tenía qe decirle a Guille qe no se decía está bien, sino recibido, o copiado– y Auro continuaron, ahora solamente al trote por el bienestar de Auro mayormente, pero también por el de Álex: correr tanto con la mochila le resultó ser más incómodo y cansador de lo qe había pensado, y aunqe él se encontraba bastante bien como para continuar tres, o cuatro, o qizá hasta cinco cuadras más de la forma qe lo venían haciendo, a Auro no le qedaba tanta resistencia y supuso qe a Yessi tampoco.

Guille: —Chicos, no lo vemos, así qe debe estar detrás de esa especie de paneles qe separan a las mesas qe están contra las paredes. Cambio.

Álex y Auro llegaron a la esqina y vieron al otro par al lado del restaurante. Auro le sacó el radio a Álex y comunicó:

—Entonces entren y pónganse junto a ellos. Ave 1 —los cuatro habían decidido usar nombres clave cuando usaran los walkie, porqe no podían saber si por casualidad alguien estaría recibiendo ondas de radio en esa misma frecuencia cuando los usaran; Ave 1 era el alias de Yesi, Ave 2 el de Auro, Ave 3 el de Guille y Ave 4 el de Álex— pedí té o algo. Cambio.

Del otro lado, Guille le preguntó a Yesi, sin usar el walkie, si tenía plata para eso, y tras su respuesta afirmativa él transmitió el asentimiento del par y entraron al restaurante.

Álex, mirando a Auro: —Supongo qe si lo dejan encendido, podría escucharse lluvia del walkie, ¿no?

Auro: —No sé, pero es mejor no correr el riesgo.

Guille y Yesi deben haber pensado lo mismo porqe no les llegó ninguna comunicación, de modo qe no tuvieron otra opción más qe esperar a qe el profesor o sus compañeros salieran del restaurante, y al aburrirse pronto, conversaron de temas aleatorios, como del último capítulo qe habían visto de una serie qe los cuatro estaban viendo.

Treinta y ocho minutos después de qe Guille y Yesi hubieran entrado –las gemelas usaban un par de relojes de pulsera idénticos– salió el profesor Monteros, y con un sobresalto Álex y Auro se cubrieron con la esqina. El profesor no miró para su lado y caminó para el opuesto.

Álex empezó a seguirlo: —Vamos hasta el garash

La entrada de un garash qe se encontraba antes del restaurante tenía un peqeño espacio donde podrían ocultarse; sin el otro par para seguirlo desde otra posición, ahora debían correr más riesgos. Pero Álex había dado pocos pasos cuando Guille les habló en voz baja y apremiante:

—Aves 3 y 4, ¿me escuchan? —Álex y Auro retrocedieron rápidamente por instinto de ocultarse. —El profesor ya salió. Sigan escondidos. Cambio.

Álex, también en voz baja para procurar no causarle un problema a Guille y Yesi al no estar seguro de en qé situación estaban:

—Recibido, ya lo vimos salir y podemos verlo ahora mismo. Vamos a seguirlo, así qe salgan ustedes también. Cambio.

—¡No lo sigan! La profesora Davis —Álex y Auro se miraron extrañados buscando en el otro si habían escuchado bien— va a salir en cualqier momento y podría verlos. Nosotros vamos a esperar a qe salga. Cambio.

Auro agarró el walkie antes de qe Álex supiera qé contestar y dijo:

—Recibido. Esperen unos minutos antes de salir, después de qe se haya ido la profesora. Nosotros los esperamos en la esqina según hacia cuál salga. Cambio y fuera.

Álex protestó: —¡Pero el profe se nos va a escapar!

—Sí —asintió Auro con seguridad—, pero hoy no está haciendo lo qe hace normalmente ¿no?

—Parece qe no. —En efecto, aunqe sólo fuera porqe era poco probable qe dos maestros comieran en restaurantes muy seguido.

—Entonces no nos serviría de mucho seguirlo ahora. —Y agregó sonriendo: —Y qiero saber ya de qé hablaron él y Davis.

Álex también sonrió y concordó: —Yo también. Si hubiera sido una reunión de trabajo podrían haberla hecho más cerca de la escuela. O en la propia escuela aunqe no fuera su horario.

—Exacto.


Para qe el crimen sea perfecto, nadie debe saber qe existe, ni siqiera completos extraños qe pudieran estar escuchándolos desde una ventana si hablaban entre ellos mientras caminaban por la calle o la vereda. Se aguantaron las ganas de hablar hasta qe llegaron a una plaza y hubieron elegido un banco alejado de las pocas personas qe allí había. Estaban a la vista de cualqiera qe pasara por allí, de modo qe nadie los recordaría por “esos chicos qe parecían estar escondiéndose en la plaza”. Tampoco serían llamativas las gemelas por su condición de tales: desde mucho antes de qe estos hechos tuvieran lugar, ellas ya habían comprobado varias veces qe con cambios superficiales sencillos se veían como cualqier par de hermanas qe se llevan un año y se parecen mucho ante cualqiera qe no las observara minuciosamente; cambios en su peinado para qe a una el pelo le cubra parte de la cara y a la otra se la deje totalmente libre, usar una gorra, una sentada y otra de pie para enmascarar las alturas iguales, e incluso –dudosamente necesario ahora–, ellas habían practicado, tras echar a la suerte cuál le tocaba a cada una aprender primero, cambiar un poco sus voces sin qe sonaran forzadas –Auro podía hacer su voz algo más grave y Yesi algo más aguda, pero cada una también iba a aprender a hacer la otra–.

Para esta ocasión, Yesi se puso su gorra blanca (no la había usado desde el principio para evitar transpirarla mucho al correr) y se sentó, mientras qe Auro se cubrió un poco la cara con el pelo y permaneció de pie; Álex se sentó al lado de Yesi; Guille se mantuvo de pie al lado de Auro y en ese corro dialogaron:

Álex, sentándose: —¡Bueno, cuenten!

Guille dudó un instante de cómo comenzar y Yesi borbotó con mucha seriedad:

—¡El profesor y la profesora están en una relación clandestina, son amantes!

La sorpresa de Álex y Auro fue mayúscula, y tras un momento de demudado procesamiento ella dijo:

—¿Cómo saben? No se llamaron así a sí mismos, ¿no?

Guille: —No, pero no hizo falta porqe…

Álex interrumpió: —¡Pará, pará, cuenten la conversación desde el principio!

Yesi la contó de un tirón, ansiosa por discutir lo qe habían descubierto:

—La profesora ya estaba allí, aunqe al principio no la vimos (así qe para evitar ir al mismo lugar juntos es qe el profe salió más tarde). Nos sentamos en la mesa… eh… pegada a la suya, más cerca de la puerta.

Guille acotó: —Yesi pidió los tés antes de ir a la mesa para qe no nos reconocieran la voz.

—Sí, pero lo importante es qe apenas nos sentamos, contra el separador (por suerte era de esos con peqeños agujeritos, sino habría sido más difícil escucharlos) el profe le estaba diciendo: qe te divorcies no es lo peor qe le podés hacer a tu hijo, qe es mejor eso qe un padre qe maltrata a su madre. —Yesi hizo una pausa; aunqe ella ya lo había escuchado, contarlo también le causaba una fuerte impresión. Y ahora los cuatro estaban conmovidos. —Dijo qe él creía qe ella sabía eso, pero qe lo estaba usando como excusa porqe estaba asustada.

>>Parece qe ella se enojó, por el tono. Le dijo algo de qe un divorcio llevaría mucho tiempo para qe se termine y qe no había pruebas de abuso, y qe entonces la justicia podría darle la custodia al padre.

—Pero él dijo qe no podía aceptar seguir en esa situación, y qe ella tenía qe tomar una decisión qe nadie más iba a tomar por ella y aguantar las consecuencias.

—Después estuvieron callados bastante rato, y me parece qe la profesora lloró un poco. Y después el profesor dijo: “Cuando la tomés, por favor decime cuál es tu decisión”, y se levantó y se fue.

—Por suerte siempre miró al frente.

—La profesora no se movió, así qe Guille aprovechó para ir al baño y avisarles —finalizó Yesi.

Los cuatro se qedaron sintiendo y pensando en silencio. Ninguno había imaginado qe su espionaje revelaría algo como esto, qe el profesor estuviera irritado porqe alguien a qien qería estaba en una situación de peligro tal qe le daba más miedo tratar de escapar de este qe continuar soportándolo; qe la profesora estuviera triste –qe mostrara abiertamente ese sentimiento, qe es lo qe les había llamado la atención–, sino deprimida, como ahora suponían, por el maltrato qe le hacía su propio esposo; qe a los cuatro se les depositaría una gran responsabilidad: ¿Cosas de adultos en las qe no debían meterse? Y si eran cosas en las qe sí debían meterse, ¿cómo y con qién?


CAPÍTULO 4

DETECTIVE

Álex llegó a su casa todavía pensando, como no podía ser de otra forma, en lo descubierto y en lo qe habían discutido sobre ello.

Las gemelas qerían contárselo a sus papás, algo muy razonable para la situación ya qe eran abogados; Guillermo no qería decirle a nadie porqe temía qe lo qe hiciera cualqier persona a la qe le avisaran empeorara las cosas para la profesora; Álex no había podido tomar una decisión entre esas dos opciones, las únicas a las qe habían arribado. Entonces, decidieron qe si se lo decían a alguien sería a los padres de las gemelas y sólo a ellos, y qe tomarían la decisión final el día siguiente.

Cuando Álex llegó a su casa, su tía estaba caminando de un lado a otro con los ojos cerrados y la cabeza gacha. Álex procuró no hacer ruidos innecesarios, ya qe así era como la tía solía ponerse cuando se enfrentaba a algún problema difícil. No obstante, cuando Álex ya estaba a mitad de camino de su habitación, la tía suspiró como si se resignara y le dijo con tono ligero:

—¿Pasó algo interesante hoy?

Si le avisaban a alguien, sería a los padres de las gemelas. Había acordado eso sabiendo qe tendría qe volver a mentir.

—No. ¿Tu problema sí es interesante?

La tía hizo esa sonrisa tan suya antes de contestar, amarga y divertida a la vez:

—Sí, pero es desesperante no poder resolverlo. —Cerró los ojos al volver a concentrarse y reanudar sus pasos mientras exponía: —Buscando darle más sentimiento a la noticia, fui a entrevistar a vecinos de la pareja para qe me hablaran de ellos. Uno de los vecinos, también un hombre viejo, tenía una buena relación con ellos, y lo habían invitado a su casa algunas veces —Álex había empezado a escuchar sin ganas, pero lo hacía para no revelar qe algo anormal le había sucedido ya qe él siempre escuchaba a su tía exponer sus trabajos; sin ganas porqe qería pensar en el problema qe él y sus amigos tenían entre manos y en el de los profesores; pero la tía estaba hablando con su modo detective, como él le decía, y eso, más qe su mente empezó a rememorar aqel caso, despertaron y atraparon su interés, así qe se sentó y la escuchó con atención mientras su tía continuaba—, en una de las cuales, cuando le mostraron los libros qe tenían, le mostraron algunos libros valiosos qe protegían manteniéndolos en un estante cerrado de puerta transparente (o sea, básicamente como cualqier estante de libros pero con una puertita de vidrio); y uno de esos era un incunable.

—¿Incu-qé? —preguntó Álex liberando un poco de tensión.

—Nable —completó ella, también relajando su semblante un poco—. Yo no recordaba otra cosa qe no fuera qe son libros viejos y qe tenían algo de relación con la Biblia de Gutenberg, pero el señor me explicó qe el señor qe fue asesinado le había explicado qe los incunables son los libros desde la invención de la imprenta hasta el año mil qinientos en Europa y mil qinientos cincuenta en América. El qe tenían se llamaba (xx). —La tía dejó de caminar y semiabrió los ojos.

>>Después de hablar con ese hombre llamé a Alan —el amigo policía de la tía— para preguntarle si había sido robado algún libro y no lo habían puesto en el informe del caso todavía porqe le estaban siguiendo la pista y no qerían correr ningún riesgo de alertar al criminal de qe ellos estaban al tanto, pero me contestó qe nadie sabía nada de ningún libro. Ahora bien, el viejo me dijo qe la policía no había hablado con él; por lo tanto, cuando revisaron la casa, si faltaba un único libro podrían muy bien no haberlo notado.

>>Cuando terminó ese día Alan fue a la casa a comprobarlo, y en efecto, el libro no estaba.

—¿Como cuánto vale ese libro?

—Parece qe varios miles de dólares.

—Mucho más qe el dinero robado.

—Exacto. Y no es probable qe un ladrón asesino común hubiera reconocido el libro. qien haya sido, tenía como objetivo el libro, y esto explica también qe se haya topado con los viejos cuando entraban en la casa. En realidad, los había estado esperando, y los asesinatos y el resto del robo fueron hechos con la esperanza de qe nadie supiera qe el libro había desaparecido. Así podría venderlo usando un nombre falso sin levantar sospechas.

—Entonces ese dinero está perdido. Aunqe encuentren el libro, el criminal no podrá ser atrapado.

—Aunqe peqeña, existe la posibilidad de qe el criminal se haya confiado y haya vendido el libro sin disfrazar su cara, y al ser un libro muy raro, el comprador tal vez podría recordarlo y hacer un identikit[5]. Aunqe incluso si esto hubiera sido así y el criminal probablemente fuera intocable (o sea, qe no habría pruebas para arrestarlo), Alan y yo decidimos qe valía la pena investigar.

>>Y aqí está el problema: entre los dos hemos ido (o revisado los registros de los sucedidos) a todos los remates ocurridos en la zona desde qe se cometió el crimen, y a las casas de empeño, a bancos (ya qe ellos también lo usarían como garantía para un préstamo), y a librerías. Lo hicimos en todos los lugares así de la ciudad y ni rastro. Entonces llamé a colegas míos de las ciudades cercanas y les pedí qe realizaran la misma investigación en sus ciudades. Tampoco apareció el libro.

—¿Y no podría haberlo ido a vender a otra provincia?

—Por tiempo, sí. Pero suponiendo qe el tipo tiene un trabajo (y el libro no le daría tanto dinero como para permitirle renunciar sin más), sólo habría podido viajar durante un fin de semana, con la ida y la vuelta, a menos qe pidiera licencia. Ya he pedido a mis colegas qe revisen hasta tan lejos como calculamos qe podría llegar en tren o en auto; aún falta qe me contesten varios, pero hasta ahora todo ha sido negativo.

>>Alan pensó qe, si en efecto, fue alguien qe pidió una licencia para ir a vender el libro muy lejos, tendría poco sentido porqe lo qe gastaría en el viaje de ida y vuelta le reduciría bastante la ganancia, ya qe a menos qe corra el riesgo mayor de venderlo él mismo en un remate, el comprador siempre lo compra a un precio bastante menor de lo qe vale o él no tendría ganancia al venderlo. Entonces, y como revisar todos los pedidos de licencia de los empleados de todas las empresas de la zona, desde qe se cometió el crimen hasta hoy, llevaría muchísimo tiempo y trabajo (además de qe nadie tiene obligación de darnos sus registros sin una orden judicial), cambiamos de táctica.

>>Nos pusimos en contacto, no con los puestos de ventas o con las empresas, sino con los coleccionistas. Los coleccionistas se mantienen informados de las ventas y compras de libros valiosos en muchos lugares de todo el mundo, pero en especial, obviamente, del lugar donde viven. Si un incunable hubiera sido vendido al público, no habrían tardado mucho en enterarse, y sin embargo, ninguno sabe nada de ese libro. —La tía sonrió. —Uno de los coleccionistas incluso me dijo, bajo mi promesa de secreto, qe él probablemente se habría enterado si ese libro estuviera en el mercado negro.

Se puso seria de muevo y continuó: —Hemos buscado exhaustivamente el libro y no aparece. El criminal probablemente todavía lo tiene y no veo otra solución qe no sea avisarle a la policía, para qe alerte a todos los posibles compradores. qizá por miedo a eso el criminal no lo ha vendido. Pero, de nuevo, si tiene tanta plata como para esperar a irse a otro país y venderlo en un mercado negro de afuera, ¿para qé robar el libro asesinando? He estado tratando de predecir qé hará el criminal para poder atraparlo, pero no se me ocurre otra cosa qe tratar de dificultarle la tarea avisando a la policía, y Alan sólo me dio hasta mañana para pensar en algo verosímil o él hará la denuncia.

Álex se qedó muy enganchado con el misterio del libro desaparecido y con la desesperación de su tía por encontrarlo —por como estaba, bien podría haber sido el libro de su tía—. Se imaginó cómo él se sentiría si le robaran un libro de su preciada biblioteca: pensó qe si hubiera una posibilidad de encontrar ese mismo libro en vez de sólo comprar el mismo, lo haría. qizá al asesino también le gustaban mucho los libros…

Álex, sonriendo y con grandilocuencia: —He resuelto el caso. —La tía lo miró interrogativamente y sin darle mucho crédito, y Álex levantó su índice diestro enfáticamente mientras no dejaba de sonreír y explicaba: —El qe robó el libro lo hizo porqe ama los libros y lo robó para qedárselo. Como dice Sherlock Holmes: cuando has eliminado lo imposible, lo qe qede, por improbable qe parezca, debe ser la respuesta. ¿qé te parece?

La tía qedó extrañada y con los ojos desenfocadamente entrecerrados, y luego, murmuró en tono de revelación:

—Bibliofilia…

—¿Biblio-qé?

—Amor más allá de lo qe podría decirse normal por los libros, especialmente los libros raros. Los bibliófilos los coleccionan. Si este criminal fuera un bibliófilo hasta lo insano, obtener ese libro aun a través del asesinato es algo qe podría hacer. —Se enderezó, radiante. —¡Bien pensado, Álex! ¡Llamaré inmediatamente a Alan para empezar a buscar a los bibliófilos del área, y muy mala suerte será si hay más de uno! No debería ser difícil encontrarlo.

—Pero ¿no los habían contactado ya a los coleccionistas?

—Claro, con los coleccionistas, los qe principalmente sólo buscan libros valiosos y antiguos, pero los bibliófilos, además de esos, buscan todos los libros qe pueden. Posiblemente Alan o yo hemos hablado con el criminal cuando llamamos a los coleccionistas para preguntarles si sabían del incunable, pero ahora haremos algo distinto: preguntaremos a los libreros cuántos libros compran esos coleccionistas, y cualqier persona en particular, y una diferencia significativa en la cantidad y/o diversidad de libros seguramente nos marcará al bibliófilo. —Por supuesto, la dificultad de este plan era qe aunqe los libreros suelen recordar fácilmente a sus clientes habituales, no necesariamente todos sabrían sus nombres, por lo qe llevaría algo de tiempo cruzar datos. —Con el juez indicado podremos (bueno, podrán) conseguir la autoridad legal para allanarlo, y si se le encontrara el incunable, inspeccionar su certificado de compra falso para tratar de comprobar qe lo es, y sus cuentas para ver si podría haberlo comprado. ¡Hay esperanza!

Agarró el teléfono y llamó a Alan.

Álex estaba muy contento: ¡tal vez había ayudado a resolver un verdadero caso criminal!

Pero, en un instante, su alegría se disolvió: aunqe hubiera ayudado en este caso, seguía sin saber qé hacer con lo qe él y sus amigos habían descubierto.

Fue a su cuarto para buscar más qietud y silencio y se recostó en la cama con los ojos cerrados. Al principio, sólo sintió tristeza y enojo por la situación en qe se encontraban los profesores, pero sobre todo por la de la profesora. La profesora se veía a sí misma atrapada, y un escalofrío le recorrió la columna al imaginarse con una sensación de cautiverio. Debía detenerse; esas emociones no le ayudarían a resolver el problema. Debía pensar fría y lógicamente como los detectives de ficción. Sería lindo qe pudiera resolver esto con sólo escribir un poco, con copiar algo qe algún gran filósofo, o por qé no un detective ficticio como Sherlock Holmes, hubiera dicho, y mandárselo a la profes…

Abrió los ojos. ¡Eso era! ¡La misma profesora debía sacarse de su problema! ¡Policías, abogados, médicos, qién fuera, podrían intervenir y tomar decisiones por ella sobre las mejores formas de actuar, pero al menos la primera decisión sólo podía tomarla ella! ¡Salir de la situación dañina era una decisión suya, y una qe por lo visto qería tomar! Pero su miedo era superior a ese deseo, lo qe era completamente entendible porqe no era un miedo imaginario, su físico estaba en grave peligro. Lo qe necesitaba, entonces, era ayuda para ser más valiente y pedir ayuda. Palabras eran lo único qe serviría para ello. Palabras lo bastante poderosas como para qe su fuente no importara… ¡Un momento! Tal vez esto era demasiado fácil. Confiado como estaba en su inteligencia, Álex sabía que como un niño tenía poca experiencia y conocimientos. ¿Realmente mejoraría o las cosas con lo que acaba de pensar o sólo las empeoraría?


CAPÍTULO 5

RESOLUCIONES

Los cuatro se juntaron ese domingo en la casa de las gemelas para discutir lo qe Álex había pensado y les había comunicado por teléfono.

Como las gemelas habían apuntado cuando Álex había hablado con ellas, aunqe la idea en sí era buena, sólo serviría si tenían la habilidad suficiente para llevarla a cabo; un más o menos no funcionaría. Por lo tanto, cada uno llevó su mejor propuesta –contando a las gemelas como una unidad– y luego trabajaron juntos para sacar la mejor versión posible de las tres en una nueva. La tarea fue muy desafiante, y además los cuatro debían estar de acuerdo para el resultado final; de no haber acordado qe era condición ineludible la cuádruple aprobación, probablemente el resultado habría sido de menor calidad por la cantidad de veces qe uno, dos o tres pensaron qe habían logrado la mayor perfección posible. Esto forzó a los qe en cada ocasión estuvieron en desacuerdo porqe no les terminaba de gustar el resultado a identificar por qé no les gustaba y explicárselo a los demás, qe podían contraargumentar. Varios ratos los pasaron en silencio, algo necesario para pensar y ensayar individualmente para tratar de aumentar la calidad de las propuestas y no decir sólo lo primero qe se les ocurría.

Después de unas horas, finalmente concluyeron su empeño: una carta para la profesora.

Por suerte, Álex recordó –gracias a su memoria de un caso de Sherlock Holmes, “Un caso de identidad”– qe cada máqina de escribir es única, excepto las nuevas, porqe las teclas se gastan según el uso particular qe cada máqina recibe, así qe no usaron la máqina de escribir de su tía para anonimizar la carta, no obstante cuán peqeña fuera la chance de qe se descubriera su origen por eso: para lograr un crimen perfecto toda precaución era poca, y cuando entregaran la carta estarían declarándole a la profesora qe había sufrido algún tipo de espionaje. Por lo tanto, sencilla aunqe tediosamente, rehicieron el mensaje a mano utilizando una plantilla de letras de imprenta mayúscula qe las gemelas tenían en su casa –con los guantes de cocina puestos, aprovechando qe sus padres habían salido y no verían ese extraño comportamiento, para asegurarse de no dejar huellas dactilares en ninguna de las dos hojas del mensaje–, usando una lapicera muy común, la doblaron, y pegaron el doblez con cinta adhesiva, y la colocaron en un folio –los padres de las chicas tenían muchos y no notarían qe había uno menos–. Y se tomaron ese trabajo porqe pensaron qe así evitarían preguntas si cortaban diarios o revistas para armar el mensaje y el tutor qe hubiera comprado el diario o revista se daba cuenta; asimismo, tampoco debían ir a comprar un diario, para asegurarse de qe nadie los viera con uno, ya qe aunqe supieran qe nadie excepto el vendedor lo sabría, tendrían qe tirar el diario a la basura y a ninguno le gustaba la idea de desperdiciar tanto papel.

Luego, analizaron cómo entregársela a la profesora. Descartaron el correo porqe su esposo podría ser qien la recibiera por ese método; y como pensaron qe costaría un esfuerzo y tiempo enormes averiguar los horarios en qe ella estaba sola en la casa para entregarle ellos mismos la carta tirándola por debajo de su puerta –si esto era posible, ya qe no conocían su casa–, dejaron eso como última opción, y como muy última.

Qedaba entregársela en la escuela. Lo difícil en este caso sería hacerlo sin qe nadie los viera o adqiriera grandes sospechas sobre ellos; difícil al punto de qe consideraron con mucha seriedad correr el riesgo de qe sospecharan de ellos si uno de los cuatro dejaba la carta en el escritorio de la profe durante el recreo. Si se veía qe la profesora recibía una carta, qienqiera qe hubiera visto regresando al aula a qien la entregara se daría cuenta, y ni siqiera ocurría siempre qe el aula se vaciara por completo durante los recreos.

Guille: —Y bueno, se la ponemos escondida bajo la carpeta para qe sólo se vea un pedacito, y qe cuando la profe la saqe de abajo lea: “Profe, léala en privado”. Total, ella siempre vuelve antes qe la mayoría.

Tras un momento de duda en el qe los otros tres pensaron si algo tan simple funcionaría, felicitaron con alegría a Guillermo: por supuesto qe funcionaría; la primera impresión de la profesora sería qe algún alumno qería decirle algo relativo a la clase o a algún compañero pero qe por vergüenza o temor se lo qería decir en privado, y qe se lo decía por escrito para qe sus compañeros no supieran qe él había hablado con ella (y la única diferencia con la realidad sería qe no tendría nada qe ver con la clase).

Colocaron esas palabras con la plantilla y sólo qedó ejecutar la última fase del plan, qe pudieron llevar a cabo en la primera clase de esa semana con la profesora. Afortunadamente, la sala se vació en un momento del recreo, y antes de qe volvieran todos, Álex, con Guille como campana en la puerta –las gemelas atraían más la atención a su ubicación por su condición de tales–, se sacó el folio de dentro de la manga de la remera –a propósito de manga larga por si la campera no alcanzaba a cubrir el bulto o impedir qe sobresaliera–, donde la tenía atada a su brazo con dos banditas elásticas, y usando el folio deslizó la carta bajo la carpeta de la profesora tal y como habían acordado.

La operación fue un emocionante éxito, pero también qedaron ansiosos por saber si sus palabras, las palabras de cuatro chicos de qinto año de primaria, eran lo bastante buenas para darle valor a un adulto con un grave y peligroso problema de adulto. Y aunqe Álex no se los dijo, él también tenía el temor de qe empeoraran las cosas...


No intentaron volver a seguir al profesor Monteros, ni tampoco lo intentaron con la profesora Davis, ya qe después de esa carta qe habían firmado con “ALGUNOS DE SUS ALUMNOS” seguramente estarían más conscientes de sus alrededores. De hecho, ya les había parecido verlos a ambos buscando con la mirada a qiénes entre sus alumnos podrían haberle enviado esa carta a la profesora, aunqe qizá los cuatro tuvieran esa sensación porqe habían sido ellos los qe la habían enviado.

Pero no tuvieron qe esperar mucho. En la semana siguiente, la clase fue sorprendida en su inicio con esta proclama de la profesora, qe sonrió plácidamente en ese momento:

—Algunos de ustedes me dejaron una carta la semana pasada, y les agradezco a esos alumnos sus palabras.

Los remitentes disimularon y se unieron a sus compañeros en pedirle explicaciones a la profesora, pero esta no dijo nada más al respecto y la clase continuó normalmente; y cuando los alumnos se preguntaban unos a otros sobre qiénes y qé carta, los cuatro mintieron.

La tétrada se esforzó mucho a partir de entonces en disimular por un tiempo, sobre todo, procurando no dejar salir su euforia para nadie más qe ellos: por lo qe la profesora había dicho, ¡sus palabras habían funcionado! ¡“Crimen” perfecto! Y efectivamente, las clases de la profesora Davis y el profesor Monteros volvieron a la normalidad; qizá, incluso, los dos estaban con un poco de mejor humor.


1º caso de La Tétrada.
Clientes: La Tétrada.
Misión: Seguimiento con espionaje del profesor Monteros. Ante la información recogida en medio de su primer día de misión, cambian su objetivo a ayudar a la profesora Davis a salir de su situación de violencia doméstica.
Resultado: Ayuda otorgada satisfactoriamente.

Anexo: meses después de finalizada la misión, la profesora Davis obtuvo el divorcio y la custodia total de sus hijos.


Y la ayuda fue otorgada absolutamente gratis, pero como Álex, Guille, Yesi y Auro estuvieron de acuerdo, las emociones de la aventura y la alegría de haber contribuido a la alegría de dos personas eran suficiente recompensa para este caso autootorgado, junto a su deseo de permanecer anónimos. No obstante, sí cobrarían por sus servicios cuando tuvieran como clientes a otros qe no fueran ellos mismos.


Después de qe la profesora hubiera hecho ese reconocimiento, en la misma semana, Álex tuvo otra gran alegría. La tía lo sorprendió haciendo ella misma papas fritas con milanesas, el plato favorito de ambos, y diciéndole, en un estado casi eufórico como Álex no recordaba haberla visto –al menos sin qe hubiera tomado algo de alcohol, pero el estado de ahora era más calmado–:

—¡Es para festejar nuestro gran éxito! Gracias a nuestra ayuda, un asesino ahora está tras las rejas y un libro muy valioso ha sido recuperado.

—¡¿En serio?! —Álex nunca había tenido muchas esperanzas de qe se alcanzara ese resultado.

—¡Totalmente! Lo localizamos tal y como te dije, sólo había un coleccionista de características bibliófilas cerca. Entonces Alan llevó el caso a un juez; me dijo qe el juez no estaba muy entusiasmado con el argumento de “el único coleccionista de libros de toda clase en el área en la cual desapareció un libro muy valioso”, pero Alan lo asustó diciéndole qe esto le había llegado por un periodista (o sea yo, pero obvio qe no me nombró) y qe si no ejecutaba la orden de allanamiento, ese periodista (o sea yo) publicaría un artículo muy desfavorable para ellos, atacando a la ineptitud policial y, específicamente, la del juez qe no ordenó el allanamiento, con lo qe qedaría escrito como “causa probable ignorada por probable soborno”. Como este juez está buscando un ascenso ahora mismo, parece qe no qiso arriesgarse a qe le ensucien su nombre frente a la opinión pública; aunqe reconozco qe aun así tuvimos suerte de qe decidiera mandar el allanamiento…

>>Encontraron el libro y el tipo fue arrestado. Es cierto qe qizá esto no alcance para probar el asesinato, pero para eso tendría qe “confesar” qe adqirió el libro en el mercado negro, y al menos tendrá algún castigo por eso. Y yo me encargaré de marcarlo como el sospechoso en el diario.

Álex soltó una risa y dijo con pícara diversión:

—Así qe ayudé a atrapar un criminal ¿eh? —y practicó una reverencia a un público imaginario, como Sherlock Holmes en la primera de sus novelas cuando Watson y él se conocieron justo después de qe él hubiera hecho un gran descubrimiento.

Y la tía le respondió en el mismo tono:

—¡Así es, oh, gran detective! ¡Haz encontrado tu profesión!

Álex les contó a sus amigos con gran pompa y fanfarria “su gran hazaña”, y aunqe los tres qedaron encantados con el caso, se tomaron a broma su participación en él por habérsela contado con tanta dramatización, y al final los cuatro se rieron por tener a “un detective oficial” en el eqipo.



FIN DEL 1º CASO

[3]Local de comidas rápidas..

[4]Según creo, un término más correcto es el de handie-talkie o HT, al ser walkie-talkie usado principalmente para referirse a los HT de juguete, o por desconocimiento de que ese es su uso más acertado; y no obstante, pero creo que en inglés se utiliza más comúnmente el término -en ese idioma- radio. Pero como en esa época los llamábamos walkie-talkie –y así les habían sido regalados a las gemelas- ése es el término que se utiliza aquí.

[5]Identikit: retrato hecho a partir de una descripción. También: retrato hablado y retrato robot.

domingo, 9 de agosto de 2020

TÉTRADA (ENTRADA 2)

Prólogo y capítulo 1

CAPÍTULO 2

CRIMEN PERFECTO



El siguiente lunes los cuatro amigos estaban en la casa de las gemelas. Su casa era grande y lujosa gracias a qe los padres de las niñas eran abogados qe hacían mucho dinero.

Ese día, la tétrada estaba jugando al Clue[1]. Como no estaban jugando con la máxima seriedad, el juego no les impedía conversar, y en un momento se pusieron a qejarse de su profesor de historia.

El profesor Monteros había estado susceptible en las últimas tres semanas, mandando tareas adicionales al menor descontrol de los alumnos –incluyendo el descontrol “normal” en chicos de esa edad–, aumentando la tarea y el ritmo de estudio habituales y levantando la voz fácilmente. Aunqe nunca llegó a la agresión verbal de palabras per se, ahora nadie qería hablar en clase ni para responder sus preguntas, porqe si fallaba la respuesta era desdeñado y castigado con más tarea.

En medio de las qejas, Guille dijo:

—Está casi lo opuesto a la profesora Davis[2].

—Sí —dijo Alex recordando—, ella ha estado más bien depresiva.

Auro: —Y gracias a eso no ha mandado mucha tarea.

Yesi: —En cambio deberíamos vengarnos de Monteros para qe aprenda a no desqitarse con sus alumnos.

Álex: —Desqitarse de qé, me gustaría saber.

Auro: —¿qé importa?

—No sé —admitió Alex encogiéndose de hombros, ya qe sólo estaba curioso.

Yesi, con alegría traviesa: —¡Entonces vengarse es un hecho! ¿Cómo lo hacemos?

Guille: —¿Poniéndole algo al café cuando no esté mirando y qe nunca se dé cuenta?

Auro: —¿Cómo qé?

Álex: —Bah, ¿pero de qé serviría si nunca se da cuenta…?

Yesi: —¡Eso sería lo divertido!

Auro: —¡El crimen perfecto!

Guille, contagiado del entusiasmo de las chicas: —Ponerle sal, tal vez. Con eso capaz qe hasta sale del aula para ir a cambiarlo.

Álex: —qe salga del aula sí me gusta; aunqe no le enseñaría ninguna lección.

Yesi: —Para eso necesitamos algo de lo qe sí se dé cuenta, es verdad.

Álex, sonriendo: —Lo mejor sería demostrarle qe dijo algo eqivocado de historia frente a todos.

Guille, escéptico: —No creo, no es de esos qe nunca reconocen un error.

Auro: —No, lo qe hay qe hacer es cometer más crímenes perfectos como el del café.

Yesi: —Sí, como bromas pesadas.

Álex, con una risita de diversión pura: —Entonces deberíamos empezar con espionaje.

Guille también rio y dijo: —Sí, vamos a seguirlo. Ahora qe lo pienso, ni siqiera sabemos si vive en este barrio o dónde.

Auro, en concordancia: —¿Entonces lo primero qe hacemos es seguirlo cuando sale de la escuela el viernes? —Ya qe tenían al profesor dos veces por semana pero sólo el viernes en la última hora de clases.

Los otros tres, con divertida seriedad: —¡Sí!.

Guille: —No creo qe nuestros tutores se pongan muy contentos con la idea.

Álex, medio en broma: —Mi tía capaz qe sí, si le digo qe es para hacer una investigación periodística.

—Pero mi mamá es docente también, así qe tal vez le avise al profesor.

Yesi: —No tiene qe saber esto nadie más qe nosotros cuatro, o no sería un crimen perfecto.

Álex asintió: —Cierto. No me gusta mentir, pero esto no le hace daño a nadie; ni al profesor le hace un daño verdadero.

Auro: —Entonces ¿estamos de acuerdo? ¿Nadie lo sabe salvo nosotros cuatro?

Los otros tres: —¡De acuerdo!

Auro: —¡De acuerdo!





[1]“Cluedo” en Reino Unido, “Clue” en Estado Unidos; "Clue" se pronuncia en español "clu" y significa pista o indicio. En el centro del tablero hay un sobre con las cartas-soluciones puestas al azar. Los jugadores mueven las fichas por el resto del tablero, que representa distintas habitaciones, para buscar quién cometió el asesinato, con qué arma y en qué habitación; cada uno tiene cartas que no son esas respuestas y con la fórmula “yo sugiero que fue tal en tal lugar con tal arma” –dicha estando en la habitación que menciona- uno fuerza a alguno de los otros jugadores a revelarle a él solo una de sus cartas que lo contradiga en alguno de esos elementos; así, cada jugador va eliminado posibilidades de forma individual, hasta que alguien realiza la acusación final y comprueba la respuesta en el sobre en el que se habían colocado al azar las cartas-soluciones (y si falló, queda eliminado).

[2]"Deivis"

sábado, 8 de agosto de 2020

TÉTRADA (ENTRADA 1)

Este es el prólogo y el primer capítulo de un cuento de mi creación. Son cinco capítulos en total y el domingo publicaré el segundo.
Alexander, con sus amigos y compañeros de quinto de primaria, Guillermo, Yésica y Aurora, deciden espiar a un profesor porque no les gusta el cambio de actitud que ha tenido últimamente, pero se toparán con algo inesperado y chocante. Y Álex, además, tiene una participación en un caso de investigación periodística de su tía sobre un asesinato.

TÉTRADA

PRIMER CASO



PRÓLOGO

No, no es un error: a todos los dígrafos "qu" los reemplacé por una solitaria "q". ¿Por qué? Para incrementar el grado de correspondencia de "un fonema, una letra" del español, y la "q" cumple las mismas reglas que el "qu". Denle una oportunidad y luego comenten si se acostumbraron o no, si es mejor así o mejor vuelvo a usar el dígrafo en el futuro. Y ya respecto a la historia...

Esta es la primera historia qe cuento en papel, y también es la del primer caso en el qe participé como uno de los protagonistas y no como un simple oyente.

Mi propósito al escribir este prólogo, en vez de presentarles la historia directamente, es decirles qe lo qe les voy a contar es verdadero… excepto por algunas cosas, pero estas no son las importantes, sino solamente nombres propios de personas y lugares, ocultamientos necesarios para salvaguardar identidades de individuos qe no qieren ser conocidos por sus nombres verdaderos –incluyéndome a mí y a mis parientes y amigos–, o porqe no tenía ganas de preguntarles si les gustaría serlo, o porqe aunqe ellos qieran, yo no qiero qe lo sean. No obstante, sí debería darles una idea de dónde y cuándo transcurren los hechos: Argentina, en los noventa (antes de la masificación de los celulares y de Internet).

Otra cuestión: este prólogo está en primera persona, pero lo qe sigue (la historia en sí) lo narré en tercera persona porqe me pareció qe así sería más cómodo para mí y qe así podría contar hechos qe no supe en su momento qe estaban sucediendo y de los cuales me enteré más tarde. De esta forma, he podido desarrollar mejor las cosas en el camino hacia la resolución de la historia, o eso espero. Pero sí utilizo la primera persona en las notas al pie de página, donde explico algunas cosas qe el lector no necesariamente entenderá sin estas, y me refiero sustancialmente a los lectores niños.

Y en cuanto a por qé escribo y publico esto… Las razones son sencillas y espero contárselas en alguna otra historia.

¡Espero qe se entretengan!

ALEXANDER D. GREIT





CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN Y UN CASO IRRESOLUTO

—¡Truco! —dijo Álex.

—¡Qiero retruco! —dijo Aurora.

—¡Qiero vale cuatro!

—¡Qiero!

—¡As de bastos!

—¡As de espadas!

—¡Ahh, maldición!

—¡31 a 26, ja, ja! ¡Aprendan, chicos!

—¡Alexander! —exclamó con exasperación la gemela de Aurora, Yésica—. ¿Para qé cantaste truco?

—¡Tendrías qe haber jugado callado! —concordó eufóricamente Aurora—. ¡Gracias por facilitarnos la victoria, Álex!

—¡Es totalmente injusto! —protestó Álex llevándose las manos a su cabeza de pelo castaño claro—. ¡Siempre estuvimos adelante hasta esta mano!

—¡Y sí —repuso Guillermo, el de pelo castaño oscuro—, hicimos una remontada espectacular digna de los libros de la historia del truco!

Guillermo y Aurora chocaron manos victoriosamente. Yésica suspiró con fastidio, se apartó un mechón rubio oscuro de la cara y terminó de un sorbo lo qe qedaba de su té. Alexander estaba demasiado molesto por la catastrófica derrota como para declamar qe la próxima vez él ganaría y qe ellos sólo habían tenido suerte (como lo hacía usualmente cuando perdía) así qe empezó a juntar las cartas mientras los vencedores relataban de forma grandilocuente y dramática cómo habían triunfado.

Los cuatro amigos eran compañeros de 5° año de primaria. Asistían en el turno mañana, y en general, las tardes de los lunes, miércoles y viernes se juntaban en las casas de las gemelas, de Guille y de Álex respectivamente. Los martes y los jueves las chicas tenían por la tarde clases de inglés y de música, y los chicos jugaban a la pelota con otros amigos y compañeros. Además, Álex y Guille eran miembros de eqipos de fútbol rivales, y coincidentemente ambos entrenaban en sus respectivos clubes en las tardes-noches de los lunes, miércoles y viernes, y jugaban los sábados partidos por el campeonato, mismo día en qe las gemelas asistían a clases de computación.

—¿Cómo decías, Álex? —se burló Guille—. ¡Ah, sí: “Ríndanse, así ya empezamos otra, si es obvio qe ganamos”!

Guille era el mejor amigo de Álex. Se habían hecho amigos desde el primer día en qe se conocieron, el primer día de clases del primer año de primaria, y su relación había empezado aún antes de entrar al aula, de una forma muy simple:

—¿Me das un caramelo? —le había preguntado Guille al verlo comiendo uno.

—Bueno —había respondido Álex dándole uno—. ¿Cómo te llamás?

—Guillermo. Gracias. ¿Y vos?

—Alexander.

—Nunca había escuchado ese nombre.

—Mi papá es inglés, él lo propuso y a mi mamá le gustó.

—¿En serio es inglés?

En ese momento no pudieron seguir hablando porqe las maestras pidieron silencio para saludar, pero cuando llegaron a su aula se sentaron a la misma mesa y continuaron la conversación en donde se habían qedado:

—¿En serio tu papá es inglés?

Y aunqe después se convirtieron en jugadores de eqipos rivales por la cercanía de cada club a sus respectivas casas, eso no desvirtuó en modo alguno su amistad (eso sí, la amistad no entraba a la cancha cuando sus eqipos jugaban entre sí: en la cancha eran rivales y ni siqiera se hablaban). Sin embargo, tampoco era una amistad en la qe reinaban la paz o los abrazos sentimentales; muchas veces se pelearon en “peleas de niños no violentas” por nimiedades… pero una hora después ya estaban como si nada hubiera pasado.

—Ay, pobre hermanita, te tocó con Álex. ¡Tal vez sea un castigo de Dios porqe sos la gemela malvada!

La respuesta de Auro fue ponerle la almohada de Álex en la cara, tumbándola sobre la cama.

—¡Sí, soy muy mala! —dijo antes de qe Yesi le pateara el trasero para sacársela de encima y después la golpeara con la almohada.

Lo común es qe los hermanos gemelos sean muy unidos y esta pareja no era la excepción. Además de ser idénticas físicamente por ser gemelas (los mellizos son los qe tienen un parecido más normal de hermanos), también eran prácticamente idénticas en sus personalidades. A pesar de qe tras un poco de conversación se podría arriesgar identificarlas, nunca era con altas probabilidades de acertar, en especial porqe nunca podía saberse si estaban fingiendo ser la otra, acción qe podían ejecutar a la perfección y con la cual se divertían mucho. Y aunqe sus padres les compraban ropas con algunas diferencias para cada una y así poder reconocerlas a simple vista, ellas no tenían ningún problema en usar las prendas intercambiadas o combinadas.

Álex había guardado las cartas porqe –como finalmente la partida se había prolongado mucho debido a la remontada, tras estar muy atrás, del eqipo ganador– ya casi eran las seis y media y no qedaba suficiente tiempo para jugar otra partida, y tal vez ni siqiera un chico. En consecuencia, los cuatro fueron a la sala de estar (peqeña, ya qe Álex vivía en un apartamento común con su tía) y miraron un poco la tele hasta qe llegó el padre de las gemelas a buscarlas para llevarlas a casa, y entonces los cuatro chicos bajaron a la calle.

Las chicas se despidieron de los chicos con los usuales saludos de mutuos besos en los cachetes y se fueron en el auto de su padre. Álex y Guille se dijeron “nos vemos” acompañando gestos de despedida con una mano respectivamente y se fueron en sentidos opuestos, cada uno a entrenar con su club.

Álex regresó de la práctica a las ocho y veinte (su tía había ido a buscarlo), y mientras ella empezaba a preparar la cena él fue a pegarse una ducha. Después de eso, leyó un rato una historieta hasta qe empezó el partido de fútbol de los viernes a la noche, y a los pocos minutos de qe este comenzara su tía sirvió la comida para ambos.

Pronto, como el partido no era muy entretenido, Álex le preguntó a su tía:

—¿En qé estás trabajando ahora?

Descripción física: treinteañera, usa anteojos, forma física descuidada a pesar de qe puede caminar mucho por su trabajo, debido a su mala alimentación con mucha comida chatarra —aunqe solía cocinar más saludable para su sobrino—, alta respecto al promedio argentino de las mujeres, pelo negro.

Era periodista y trabajaba para un diario tanto con sus propios artículos como ejerciendo de correctora de estilo. Sus áreas para sus artículos solían ser policiales y sociales, y como Álex era muy curioso, la tía solía contarle cosas sobre sus investigaciones, qe por supuesto, él no debía repetir a un tercero.

La tía contestó: —Hoy ya se cumplen dieciocho días desde ese asesinato doble en qe cortaron la electricidad de una manzana y no han atrapado a los culpables, y la policía está tan cerca de conseguirlo como de lograr qe les aumenten el sueldo. El artículo en el qe estoy trabajando se refiere a la ineptitud policial, aunqe me está costando un poco plantearlo adecuadamente, hum… darle el tono adecuado —trató de ser más específica, y luego añadió como hablándose a sí misma: —Sí, lo mejor será citar también anteriores casos de fracasos, pero sólo de paso o me qedaría el artículo muy largo.

—¿Pero de verdad son ineptos o es un caso muy difícil?

—Bueno, la cosa había sido así —respondió ella sentándose más derecha—. Los dueños de la casa robada eran una pareja casada de más de cincuenta años y sin hijos, y todos los días primero de cada mes salían a cenar a la misma hora, al mismo restaurante, y regresaban a su casa entre la una y las dos de la noche. El robo estuvo obviamente planificado de antemano para aprovecharse de esa rutina. Se llevaron tres mil pesos y unas joyas menores (collares y aretes de plata y oro). El ladrón todavía estaba en la casa cuando ellos regresaron; se escondió cuando ellos entraron y los mató a puñaladas —esa situación fue algo más cruel qe como lo contó la tía, pero ella consideró qe Álex no necesitaba oír esos detalles para entender el crimen, qe sí eran el material principal de los artículos sensacionalistas—. Todo fue silencioso y el ladrón, qe había entrado forzando una puerta trasera, parece qe sencillamente salió por la puerta principal aprovechando la oscuridad qe él había creado. No se encontraron huellas dactilares ni rastros de ADN del asesino.

—¿Y cómo hizo para cortar la electricidad?

—Se subió a uno de los postes de la luz para manipular la caja usando un árbol qe estaba pegado. De hecho, sospecho qe la posibilidad de poder hacer eso fue lo qe lo inspiró a cometer el crimen.

—A mí me parece difícil de resolver.

—Es difícil porqe es común, pero la policía no se ha esforzado mucho en buscar e interrogar a los conocidos de la pareja, lo qe debería haber sido una prioridad dado qe parece qe el asesino sabía qe algo de valor podía encontrar en la casa. Y dudo de qe hayan hecho una investigación de la escena del crimen apropiada —refiriéndose por apropiada a una de primer nivel—. Aunqe hay algo qe me molesta un poco. Si sabía a qé hora iban a volver, debería poder haberse ido de la casa con tiempo de sobra.

—¿Tal vez esperó mucho para cortar la luz para tratar de hacerlo cuando la gente estuviera durmiendo?

—No, la cortó a las cero horas y la pareja dejó el restaurante como a la una y cuarto. qizá sí se excedió en el tiempo qe dedicó a buscar cosas de valor, pero esa explicación no me cierra del todo.


Álex vivía con su tía porqe su madre, argentina, y su padre, inglés, vivían en Inglaterra desde hacía dos años. Álex había nacido en Argentina, pero desde sus siete meses habían vivido en Inglaterra hasta justo antes de qe empezara la primaria, para cuyo inicio ya se habían vuelto a mudar a Buenos Aires. Cuando Álex terminó el tercer año, sus padres decidieron volver a vivir en Inglaterra, pero al oponerse su hijo fuertemente, lo dejaron qedarse a vivir con su tía y ellos se fueron con la hermana mayor de Álex, y él iba a Inglaterra en las vacaciones de invierno y de verano.

Aunqe interesantes, las razones detrás de tantas idas y vueltas no tienen relación directa con la presente historia, de modo qe contarlas qedará para otra ocasión (o tal vez para nunca, no lo sé)