CAPÍTULO 3
ESPIONAJE
Viernes.
Primer día oficial de espionaje. Oficial porqe la tétrada ya había brindado
más atención al comportamiento del profesor Monteros en la anterior clase con
él de esa semana, sin ningún resultado excepto qe su actitud no había cambiado
desde qe había cambiado.
Tras haberles dicho a los adultos el día anterior qe no irían a la casa de
Álex sino a un LCR[3], haber hecho esa mañana qe sus mochilas fueran lo más
livianas posibles, y armados con un par de walkie-talkies verdaderos de
las gemelas[4] –sus padres gastan bastante en cosas para sus hijas– y unos
prismáticos, también verdaderos, qe Álex llevaba en la mochila (regalo de sus
abuelos paternos en uno de sus viajes a Inglaterra), él y Auro se escondieron
en la curva de una esqina y Guille y Yesi en la del otro lado, de manera qe
saliera hacia donde fuera el profesor, uno de los pares podría seguirlo desde
atrás y el otro retrocedería por la cuadra desde donde se ocultaban –la
perpendicular a la de la entrada de la escuela– hasta ocultarse en la otra
esqina y allí estarían en posiciones similares a las del comienzo. Si el
profesor no doblaba, el par qe hubiera retrocedido se adelantaría de forma
paralela a él hasta la siguiente esqina. Así tendrían todas las direcciones
cubiertas para seguirlo, aunqe claro, tendrían qe correr mucho –lo qe sería
difícil para las chicas, ya qe si bien eran chicas enérgicas, no practicaban
ningún deporte fuera de las clases de educación física de la escuela, y si
bien eran de las más atléticas de la clase, sólo tenían una condición física
normal, mientras qe Álex y Guille tenían sus cuerpos adaptados a correr muchas
horas a la semana para jugar a la pelota–.
A pesar de las dudas respecto a su practicidad, el plan funcionó a la
perfección. Lograron seguir al profesor mientras este caminó seis cuadras
hasta entrar a un peqeño restaurante. Eso no era nada particularmente anormal,
aunqe Álex no se lo esperaba cuando Guille les comunicó esa acción por el
walkie al tiempo qe él y Auro corrían tras haber perdido de vista al
profesor cuando este dobló una esqina, y se detuvieron en seco. Los cuatro
habían supuesto qe el profesor se iría directamente a su casa. ¿Significaba
esto qe vivía tan lejos qe se pasaría de la hora del almuerzo si lo hiciera?
¿O qizá se reunía con alguien? Si era esto último no había qe perder tiempo, y
les dijo a Guille y Yesi por el walkie:
—Ustedes están más cerca, fíjense si pueden entrar sin qe los vea. Cambio.
Guille: —Está bien. Cambio y fuera.
Álex –pensando en qe tenía qe decirle a Guille qe no se decía está bien, sino
recibido, o copiado– y Auro continuaron, ahora solamente al trote por el
bienestar de Auro mayormente, pero también por el de Álex: correr tanto con la
mochila le resultó ser más incómodo y cansador de lo qe había pensado, y aunqe
él se encontraba bastante bien como para continuar tres, o cuatro, o qizá
hasta cinco cuadras más de la forma qe lo venían haciendo, a Auro no le qedaba
tanta resistencia y supuso qe a Yessi tampoco.
Guille: —Chicos, no lo vemos, así qe debe estar detrás de esa especie de
paneles qe separan a las mesas qe están contra las paredes. Cambio.
Álex y Auro llegaron a la esqina y vieron al otro par al lado del restaurante.
Auro le sacó el radio a Álex y comunicó:
—Entonces entren y pónganse junto a ellos. Ave 1 —los cuatro habían decidido
usar nombres clave cuando usaran los walkie, porqe no podían saber si
por casualidad alguien estaría recibiendo ondas de radio en esa misma
frecuencia cuando los usaran; Ave 1 era el alias de Yesi, Ave 2 el de Auro,
Ave 3 el de Guille y Ave 4 el de Álex— pedí té o algo. Cambio.
Del otro lado, Guille le preguntó a Yesi, sin usar el walkie, si tenía
plata para eso, y tras su respuesta afirmativa él transmitió el asentimiento
del par y entraron al restaurante.
Álex, mirando a Auro: —Supongo qe si lo dejan encendido, podría escucharse
lluvia del walkie, ¿no?
Auro: —No sé, pero es mejor no correr el riesgo.
Guille y Yesi deben haber pensado lo mismo porqe no les llegó ninguna
comunicación, de modo qe no tuvieron otra opción más qe esperar a qe el
profesor o sus compañeros salieran del restaurante, y al aburrirse pronto,
conversaron de temas aleatorios, como del último capítulo qe habían visto de
una serie qe los cuatro estaban viendo.
Treinta y ocho minutos después de qe Guille y Yesi hubieran entrado –las
gemelas usaban un par de relojes de pulsera idénticos– salió el profesor
Monteros, y con un sobresalto Álex y Auro se cubrieron con la esqina. El
profesor no miró para su lado y caminó para el opuesto.
Álex empezó a seguirlo: —Vamos hasta el garash
La entrada de un garash qe se encontraba antes del restaurante tenía un
peqeño espacio donde podrían ocultarse; sin el otro par para seguirlo desde
otra posición, ahora debían correr más riesgos. Pero Álex había dado pocos
pasos cuando Guille les habló en voz baja y apremiante:
—Aves 3 y 4, ¿me escuchan? —Álex y Auro retrocedieron rápidamente por instinto
de ocultarse. —El profesor ya salió. Sigan escondidos. Cambio.
Álex, también en voz baja para procurar no causarle un problema a Guille y
Yesi al no estar seguro de en qé situación estaban:
—Recibido, ya lo vimos salir y podemos verlo ahora mismo. Vamos a seguirlo,
así qe salgan ustedes también. Cambio.
—¡No lo sigan! La profesora Davis —Álex y Auro se miraron extrañados buscando
en el otro si habían escuchado bien— va a salir en cualqier momento y podría
verlos. Nosotros vamos a esperar a qe salga. Cambio.
Auro agarró el walkie antes de qe Álex supiera qé contestar y dijo:
—Recibido. Esperen unos minutos antes de salir, después de qe se haya ido la
profesora. Nosotros los esperamos en la esqina según hacia cuál salga. Cambio
y fuera.
Álex protestó: —¡Pero el profe se nos va a escapar!
—Sí —asintió Auro con seguridad—, pero hoy no está haciendo lo qe hace
normalmente ¿no?
—Parece qe no. —En efecto, aunqe sólo fuera porqe era poco probable qe dos
maestros comieran en restaurantes muy seguido.
—Entonces no nos serviría de mucho seguirlo ahora. —Y agregó sonriendo: —Y
qiero saber ya de qé hablaron él y Davis.
Álex también sonrió y concordó: —Yo también. Si hubiera sido una reunión de
trabajo podrían haberla hecho más cerca de la escuela. O en la propia escuela
aunqe no fuera su horario.
—Exacto.
Para qe el crimen sea perfecto, nadie debe saber qe existe, ni siqiera
completos extraños qe pudieran estar escuchándolos desde una ventana si
hablaban entre ellos mientras caminaban por la calle o la vereda. Se
aguantaron las ganas de hablar hasta qe llegaron a una plaza y hubieron
elegido un banco alejado de las pocas personas qe allí había. Estaban a la
vista de cualqiera qe pasara por allí, de modo qe nadie los recordaría por
“esos chicos qe parecían estar escondiéndose en la plaza”. Tampoco serían
llamativas las gemelas por su condición de tales: desde mucho antes de qe
estos hechos tuvieran lugar, ellas ya habían comprobado varias veces qe con
cambios superficiales sencillos se veían como cualqier par de hermanas qe se
llevan un año y se parecen mucho ante cualqiera qe no las observara
minuciosamente; cambios en su peinado para qe a una el pelo le cubra parte de
la cara y a la otra se la deje totalmente libre, usar una gorra, una sentada y
otra de pie para enmascarar las alturas iguales, e incluso –dudosamente
necesario ahora–, ellas habían practicado, tras echar a la suerte cuál le
tocaba a cada una aprender primero, cambiar un poco sus voces sin qe sonaran
forzadas –Auro podía hacer su voz algo más grave y Yesi algo más aguda, pero
cada una también iba a aprender a hacer la otra–.
Para esta ocasión, Yesi se puso su gorra blanca (no la había usado desde el
principio para evitar transpirarla mucho al correr) y se sentó, mientras qe
Auro se cubrió un poco la cara con el pelo y permaneció de pie; Álex se sentó
al lado de Yesi; Guille se mantuvo de pie al lado de Auro y en ese corro
dialogaron:
Álex, sentándose: —¡Bueno, cuenten!
Guille dudó un instante de cómo comenzar y Yesi borbotó con mucha seriedad:
—¡El profesor y la profesora están en una relación clandestina, son amantes!
La sorpresa de Álex y Auro fue mayúscula, y tras un momento de demudado
procesamiento ella dijo:
—¿Cómo saben? No se llamaron así a sí mismos, ¿no?
Guille: —No, pero no hizo falta porqe…
Álex interrumpió: —¡Pará, pará, cuenten la conversación desde el principio!
Yesi la contó de un tirón, ansiosa por discutir lo qe habían descubierto:
—La profesora ya estaba allí, aunqe al principio no la vimos (así qe para
evitar ir al mismo lugar juntos es qe el profe salió más tarde). Nos sentamos
en la mesa… eh… pegada a la suya, más cerca de la puerta.
Guille acotó: —Yesi pidió los tés antes de ir a la mesa para qe no nos
reconocieran la voz.
—Sí, pero lo importante es qe apenas nos sentamos, contra el separador (por
suerte era de esos con peqeños agujeritos, sino habría sido más difícil
escucharlos) el profe le estaba diciendo: qe te divorcies no es lo peor qe le
podés hacer a tu hijo, qe es mejor eso qe un padre qe maltrata a su madre.
—Yesi hizo una pausa; aunqe ella ya lo había escuchado, contarlo también le
causaba una fuerte impresión. Y ahora los cuatro estaban conmovidos. —Dijo qe
él creía qe ella sabía eso, pero qe lo estaba usando como excusa porqe estaba
asustada.
>>Parece qe ella se enojó, por el tono. Le dijo algo de qe un divorcio
llevaría mucho tiempo para qe se termine y qe no había pruebas de abuso, y qe
entonces la justicia podría darle la custodia al padre.
—Pero él dijo qe no podía aceptar seguir en esa situación, y qe ella tenía qe
tomar una decisión qe nadie más iba a tomar por ella y aguantar las
consecuencias.
—Después estuvieron callados bastante rato, y me parece qe la profesora lloró
un poco. Y después el profesor dijo: “Cuando la tomés, por favor decime cuál
es tu decisión”, y se levantó y se fue.
—Por suerte siempre miró al frente.
—La profesora no se movió, así qe Guille aprovechó para ir al baño y avisarles
—finalizó Yesi.
Los cuatro se qedaron sintiendo y pensando en silencio. Ninguno había
imaginado qe su espionaje revelaría algo como esto, qe el profesor estuviera
irritado porqe alguien a qien qería estaba en una situación de peligro tal qe
le daba más miedo tratar de escapar de este qe continuar soportándolo; qe la
profesora estuviera triste –qe mostrara abiertamente ese sentimiento, qe es lo
qe les había llamado la atención–, sino deprimida, como ahora suponían, por el
maltrato qe le hacía su propio esposo; qe a los cuatro se les depositaría una
gran responsabilidad: ¿Cosas de adultos en las qe no debían meterse? Y si eran
cosas en las qe sí debían meterse, ¿cómo y con qién?
CAPÍTULO 4
DETECTIVE
Álex llegó a su casa todavía pensando, como no podía ser de otra forma, en lo
descubierto y en lo qe habían discutido sobre ello.
Las gemelas qerían contárselo a sus papás, algo muy razonable para la
situación ya qe eran abogados; Guillermo no qería decirle a nadie porqe temía
qe lo qe hiciera cualqier persona a la qe le avisaran empeorara las cosas para
la profesora; Álex no había podido tomar una decisión entre esas dos opciones,
las únicas a las qe habían arribado. Entonces, decidieron qe si se lo decían a
alguien sería a los padres de las gemelas y sólo a ellos, y qe tomarían la
decisión final el día siguiente.
Cuando Álex llegó a su casa, su tía estaba caminando de un lado a otro con los
ojos cerrados y la cabeza gacha. Álex procuró no hacer ruidos innecesarios, ya
qe así era como la tía solía ponerse cuando se enfrentaba a algún problema
difícil. No obstante, cuando Álex ya estaba a mitad de camino de su
habitación, la tía suspiró como si se resignara y le dijo con tono ligero:
—¿Pasó algo interesante hoy?
Si le avisaban a alguien, sería a los padres de las gemelas. Había acordado
eso sabiendo qe tendría qe volver a mentir.
—No. ¿Tu problema sí es interesante?
La tía hizo esa sonrisa tan suya antes de contestar, amarga y divertida a la
vez:
—Sí, pero es desesperante no poder resolverlo. —Cerró los ojos al volver a
concentrarse y reanudar sus pasos mientras exponía: —Buscando darle más
sentimiento a la noticia, fui a entrevistar a vecinos de la pareja para qe me
hablaran de ellos. Uno de los vecinos, también un hombre viejo, tenía una
buena relación con ellos, y lo habían invitado a su casa algunas veces —Álex
había empezado a escuchar sin ganas, pero lo hacía para no revelar qe algo
anormal le había sucedido ya qe él siempre escuchaba a su tía exponer sus
trabajos; sin ganas porqe qería pensar en el problema qe él y sus amigos
tenían entre manos y en el de los profesores; pero la tía estaba hablando con
su modo detective, como él le decía, y eso, más qe su mente empezó
a rememorar aqel caso, despertaron y atraparon su interés, así qe se sentó y
la escuchó con atención mientras su tía continuaba—, en una de las cuales,
cuando le mostraron los libros qe tenían, le mostraron algunos libros valiosos
qe protegían manteniéndolos en un estante cerrado de puerta transparente (o
sea, básicamente como cualqier estante de libros pero con una puertita de
vidrio); y uno de esos era un incunable.
—¿Incu-qé? —preguntó Álex liberando un poco de tensión.
—Nable —completó ella, también relajando su semblante un poco—. Yo no
recordaba otra cosa qe no fuera qe son libros viejos y qe tenían algo de
relación con la Biblia de Gutenberg, pero el señor me explicó qe el señor qe
fue asesinado le había explicado qe los incunables son los libros desde la
invención de la imprenta hasta el año mil qinientos en Europa y mil qinientos
cincuenta en América. El qe tenían se llamaba (xx). —La tía dejó de caminar y
semiabrió los ojos.
>>Después de hablar con ese hombre llamé a Alan —el amigo policía de la
tía— para preguntarle si había sido robado algún libro y no lo habían puesto
en el informe del caso todavía porqe le estaban siguiendo la pista y no qerían
correr ningún riesgo de alertar al criminal de qe ellos estaban al tanto, pero
me contestó qe nadie sabía nada de ningún libro. Ahora bien, el viejo me dijo
qe la policía no había hablado con él; por lo tanto, cuando revisaron la casa,
si faltaba un único libro podrían muy bien no haberlo notado.
>>Cuando terminó ese día Alan fue a la casa a comprobarlo, y en efecto,
el libro no estaba.
—¿Como cuánto vale ese libro?
—Parece qe varios miles de dólares.
—Mucho más qe el dinero robado.
—Exacto. Y no es probable qe un ladrón asesino común hubiera reconocido el
libro. qien haya sido, tenía como objetivo el libro, y esto explica también qe
se haya topado con los viejos cuando entraban en la casa. En realidad, los
había estado esperando, y los asesinatos y el resto del robo fueron hechos con
la esperanza de qe nadie supiera qe el libro había desaparecido. Así podría
venderlo usando un nombre falso sin levantar sospechas.
—Entonces ese dinero está perdido. Aunqe encuentren el libro, el criminal no
podrá ser atrapado.
—Aunqe peqeña, existe la posibilidad de qe el criminal se haya confiado y haya
vendido el libro sin disfrazar su cara, y al ser un libro muy raro, el
comprador tal vez podría recordarlo y hacer un identikit[5]. Aunqe incluso si
esto hubiera sido así y el criminal probablemente fuera intocable (o sea, qe
no habría pruebas para arrestarlo), Alan y yo decidimos qe valía la pena
investigar.
>>Y aqí está el problema: entre los dos hemos ido (o revisado los
registros de los sucedidos) a todos los remates ocurridos en la zona desde qe
se cometió el crimen, y a las casas de empeño, a bancos (ya qe ellos también
lo usarían como garantía para un préstamo), y a librerías. Lo hicimos en todos
los lugares así de la ciudad y ni rastro. Entonces llamé a colegas míos de las
ciudades cercanas y les pedí qe realizaran la misma investigación en sus
ciudades. Tampoco apareció el libro.
—¿Y no podría haberlo ido a vender a otra provincia?
—Por tiempo, sí. Pero suponiendo qe el tipo tiene un trabajo (y el libro no le
daría tanto dinero como para permitirle renunciar sin más), sólo habría podido
viajar durante un fin de semana, con la ida y la vuelta, a menos qe pidiera
licencia. Ya he pedido a mis colegas qe revisen hasta tan lejos como
calculamos qe podría llegar en tren o en auto; aún falta qe me contesten
varios, pero hasta ahora todo ha sido negativo.
>>Alan pensó qe, si en efecto, fue alguien qe pidió una licencia para ir
a vender el libro muy lejos, tendría poco sentido porqe lo qe gastaría en el
viaje de ida y vuelta le reduciría bastante la ganancia, ya qe a menos qe
corra el riesgo mayor de venderlo él mismo en un remate, el comprador siempre
lo compra a un precio bastante menor de lo qe vale o él no tendría ganancia al
venderlo. Entonces, y como revisar todos los pedidos de licencia de los
empleados de todas las empresas de la zona, desde qe se cometió el crimen
hasta hoy, llevaría muchísimo tiempo y trabajo (además de qe nadie tiene
obligación de darnos sus registros sin una orden judicial), cambiamos de
táctica.
>>Nos pusimos en contacto, no con los puestos de ventas o con las
empresas, sino con los coleccionistas. Los coleccionistas se mantienen
informados de las ventas y compras de libros valiosos en muchos lugares de
todo el mundo, pero en especial, obviamente, del lugar donde viven. Si un
incunable hubiera sido vendido al público, no habrían tardado mucho en
enterarse, y sin embargo, ninguno sabe nada de ese libro. —La tía sonrió. —Uno
de los coleccionistas incluso me dijo, bajo mi promesa de secreto, qe él
probablemente se habría enterado si ese libro estuviera en el mercado negro.
Se puso seria de muevo y continuó: —Hemos buscado exhaustivamente el libro y
no aparece. El criminal probablemente todavía lo tiene y no veo otra solución
qe no sea avisarle a la policía, para qe alerte a todos los posibles
compradores. qizá por miedo a eso el criminal no lo ha vendido. Pero, de
nuevo, si tiene tanta plata como para esperar a irse a otro país y venderlo en
un mercado negro de afuera, ¿para qé robar el libro asesinando? He estado
tratando de predecir qé hará el criminal para poder atraparlo, pero no se me
ocurre otra cosa qe tratar de dificultarle la tarea avisando a la policía, y
Alan sólo me dio hasta mañana para pensar en algo verosímil o él hará la
denuncia.
Álex se qedó muy enganchado con el misterio del libro desaparecido y con la
desesperación de su tía por encontrarlo —por como estaba, bien podría haber
sido el libro de su tía—. Se imaginó cómo él se sentiría si le robaran un
libro de su preciada biblioteca: pensó qe si hubiera una posibilidad de
encontrar ese mismo libro en vez de sólo comprar el mismo, lo haría. qizá al
asesino también le gustaban mucho los libros…
Álex, sonriendo y con grandilocuencia: —He resuelto el caso. —La tía lo miró
interrogativamente y sin darle mucho crédito, y Álex levantó su índice diestro
enfáticamente mientras no dejaba de sonreír y explicaba: —El qe robó el libro
lo hizo porqe ama los libros y lo robó para qedárselo. Como dice Sherlock
Holmes: cuando has eliminado lo imposible, lo qe qede, por improbable qe
parezca, debe ser la respuesta. ¿qé te parece?
La tía qedó extrañada y con los ojos desenfocadamente entrecerrados, y luego,
murmuró en tono de revelación:
—Bibliofilia…
—¿Biblio-qé?
—Amor más allá de lo qe podría decirse normal por los libros, especialmente
los libros raros. Los bibliófilos los coleccionan. Si este criminal fuera un
bibliófilo hasta lo insano, obtener ese libro aun a través del asesinato es
algo qe podría hacer. —Se enderezó, radiante. —¡Bien pensado, Álex! ¡Llamaré
inmediatamente a Alan para empezar a buscar a los bibliófilos del área, y muy
mala suerte será si hay más de uno! No debería ser difícil encontrarlo.
—Pero ¿no los habían contactado ya a los coleccionistas?
—Claro, con los coleccionistas, los qe principalmente sólo buscan libros
valiosos y antiguos, pero los bibliófilos, además de esos, buscan todos los
libros qe pueden. Posiblemente Alan o yo hemos hablado con el criminal cuando
llamamos a los coleccionistas para preguntarles si sabían del incunable, pero
ahora haremos algo distinto: preguntaremos a los libreros cuántos libros
compran esos coleccionistas, y cualqier persona en particular, y una
diferencia significativa en la cantidad y/o diversidad de libros seguramente
nos marcará al bibliófilo. —Por supuesto, la dificultad de este plan era qe
aunqe los libreros suelen recordar fácilmente a sus clientes habituales, no
necesariamente todos sabrían sus nombres, por lo qe llevaría algo de tiempo
cruzar datos. —Con el juez indicado podremos (bueno, podrán) conseguir la
autoridad legal para allanarlo, y si se le encontrara el incunable,
inspeccionar su certificado de compra falso para tratar de comprobar qe lo es,
y sus cuentas para ver si podría haberlo comprado. ¡Hay esperanza!
Agarró el teléfono y llamó a Alan.
Álex estaba muy contento: ¡tal vez había ayudado a resolver un verdadero caso
criminal!
Pero, en un instante, su alegría se disolvió: aunqe hubiera ayudado en este
caso, seguía sin saber qé hacer con lo qe él y sus amigos habían descubierto.
Fue a su cuarto para buscar más qietud y silencio y se recostó en la cama con
los ojos cerrados. Al principio, sólo sintió tristeza y enojo por la situación
en qe se encontraban los profesores, pero sobre todo por la de la profesora.
La profesora se veía a sí misma atrapada, y un escalofrío le recorrió la
columna al imaginarse con una sensación de cautiverio. Debía detenerse; esas
emociones no le ayudarían a resolver el problema. Debía pensar fría y
lógicamente como los detectives de ficción. Sería lindo qe pudiera resolver
esto con sólo escribir un poco, con copiar algo qe algún gran filósofo, o por
qé no un detective ficticio como Sherlock Holmes, hubiera dicho, y mandárselo
a la profes…
Abrió los ojos. ¡Eso era! ¡La misma profesora debía sacarse de su problema!
¡Policías, abogados, médicos, qién fuera, podrían intervenir y tomar
decisiones por ella sobre las mejores formas de actuar, pero al menos la
primera decisión sólo podía tomarla ella! ¡Salir de la situación dañina era
una decisión suya, y una qe por lo visto qería tomar! Pero su miedo era
superior a ese deseo, lo qe era completamente entendible porqe no era un miedo
imaginario, su físico estaba en grave peligro. Lo qe necesitaba, entonces, era
ayuda para ser más valiente y pedir ayuda. Palabras eran lo único qe serviría
para ello. Palabras lo bastante poderosas como para qe su fuente no importara…
¡Un momento! Tal vez esto era demasiado fácil. Confiado como estaba en su
inteligencia, Álex sabía que como un niño tenía poca experiencia y
conocimientos. ¿Realmente mejoraría o las cosas con lo que acaba de pensar o
sólo las empeoraría?
CAPÍTULO 5
RESOLUCIONES
Los cuatro se juntaron ese domingo en la casa de las gemelas para discutir lo
qe Álex había pensado y les había comunicado por teléfono.
Como las gemelas habían apuntado cuando Álex había hablado con ellas, aunqe la
idea en sí era buena, sólo serviría si tenían la habilidad suficiente para
llevarla a cabo; un más o menos no funcionaría. Por lo tanto, cada uno llevó
su mejor propuesta –contando a las gemelas como una unidad– y luego trabajaron
juntos para sacar la mejor versión posible de las tres en una nueva. La tarea
fue muy desafiante, y además los cuatro debían estar de acuerdo para el
resultado final; de no haber acordado qe era condición ineludible la cuádruple
aprobación, probablemente el resultado habría sido de menor calidad por la
cantidad de veces qe uno, dos o tres pensaron qe habían logrado la mayor
perfección posible. Esto forzó a los qe en cada ocasión estuvieron en
desacuerdo porqe no les terminaba de gustar el resultado a identificar por qé
no les gustaba y explicárselo a los demás, qe podían contraargumentar. Varios
ratos los pasaron en silencio, algo necesario para pensar y ensayar
individualmente para tratar de aumentar la calidad de las propuestas y no
decir sólo lo primero qe se les ocurría.
Después de unas horas, finalmente concluyeron su empeño: una carta para la
profesora.
Por suerte, Álex recordó –gracias a su memoria de un caso de Sherlock Holmes,
“Un caso de identidad”– qe cada máqina de escribir es única, excepto las
nuevas, porqe las teclas se gastan según el uso particular qe cada máqina
recibe, así qe no usaron la máqina de escribir de su tía para anonimizar la
carta, no obstante cuán peqeña fuera la chance de qe se descubriera su origen
por eso: para lograr un crimen perfecto toda precaución era poca, y cuando
entregaran la carta estarían declarándole a la profesora qe había sufrido
algún tipo de espionaje. Por lo tanto, sencilla aunqe tediosamente, rehicieron
el mensaje a mano utilizando una plantilla de letras de imprenta mayúscula qe
las gemelas tenían en su casa –con los guantes de cocina puestos, aprovechando
qe sus padres habían salido y no verían ese extraño comportamiento, para
asegurarse de no dejar huellas dactilares en ninguna de las dos hojas del
mensaje–, usando una lapicera muy común, la doblaron, y pegaron el doblez con
cinta adhesiva, y la colocaron en un folio –los padres de las chicas tenían
muchos y no notarían qe había uno menos–. Y se tomaron ese trabajo porqe
pensaron qe así evitarían preguntas si cortaban diarios o revistas para armar
el mensaje y el tutor qe hubiera comprado el diario o revista se daba cuenta;
asimismo, tampoco debían ir a comprar un diario, para asegurarse de qe nadie
los viera con uno, ya qe aunqe supieran qe nadie excepto el vendedor lo
sabría, tendrían qe tirar el diario a la basura y a ninguno le gustaba la idea
de desperdiciar tanto papel.
Luego, analizaron cómo entregársela a la profesora. Descartaron el correo
porqe su esposo podría ser qien la recibiera por ese método; y como pensaron
qe costaría un esfuerzo y tiempo enormes averiguar los horarios en qe ella
estaba sola en la casa para entregarle ellos mismos la carta tirándola por
debajo de su puerta –si esto era posible, ya qe no conocían su casa–, dejaron
eso como última opción, y como muy última.
Qedaba entregársela en la escuela. Lo difícil en este caso sería hacerlo sin
qe nadie los viera o adqiriera grandes sospechas sobre ellos; difícil al punto
de qe consideraron con mucha seriedad correr el riesgo de qe sospecharan de
ellos si uno de los cuatro dejaba la carta en el escritorio de la profe
durante el recreo. Si se veía qe la profesora recibía una carta, qienqiera qe
hubiera visto regresando al aula a qien la entregara se daría cuenta, y ni
siqiera ocurría siempre qe el aula se vaciara por completo durante los
recreos.
Guille: —Y bueno, se la ponemos escondida bajo la carpeta para qe sólo se vea
un pedacito, y qe cuando la profe la saqe de abajo lea: “Profe, léala en
privado”. Total, ella siempre vuelve antes qe la mayoría.
Tras un momento de duda en el qe los otros tres pensaron si algo tan simple
funcionaría, felicitaron con alegría a Guillermo: por supuesto qe funcionaría;
la primera impresión de la profesora sería qe algún alumno qería decirle algo
relativo a la clase o a algún compañero pero qe por vergüenza o temor se lo
qería decir en privado, y qe se lo decía por escrito para qe sus compañeros no
supieran qe él había hablado con ella (y la única diferencia con la realidad
sería qe no tendría nada qe ver con la clase).
Colocaron esas palabras con la plantilla y sólo qedó ejecutar la última fase
del plan, qe pudieron llevar a cabo en la primera clase de esa semana con la
profesora. Afortunadamente, la sala se vació en un momento del recreo, y antes
de qe volvieran todos, Álex, con Guille como campana en la puerta –las gemelas
atraían más la atención a su ubicación por su condición de tales–, se sacó el
folio de dentro de la manga de la remera –a propósito de manga larga por si la
campera no alcanzaba a cubrir el bulto o impedir qe sobresaliera–, donde la
tenía atada a su brazo con dos banditas elásticas, y usando el folio deslizó
la carta bajo la carpeta de la profesora tal y como habían acordado.
La operación fue un emocionante éxito, pero también qedaron ansiosos por saber
si sus palabras, las palabras de cuatro chicos de qinto año de primaria, eran
lo bastante buenas para darle valor a un adulto con un grave y peligroso
problema de adulto. Y aunqe Álex no se los dijo, él también tenía el temor de
qe empeoraran las cosas...
No intentaron volver a seguir al profesor Monteros, ni tampoco lo intentaron
con la profesora Davis, ya qe después de esa carta qe habían firmado con
“ALGUNOS DE SUS ALUMNOS” seguramente estarían más conscientes de sus
alrededores. De hecho, ya les había parecido verlos a ambos buscando con la
mirada a qiénes entre sus alumnos podrían haberle enviado esa carta a la
profesora, aunqe qizá los cuatro tuvieran esa sensación porqe habían sido
ellos los qe la habían enviado.
Pero no tuvieron qe esperar mucho. En la semana siguiente, la clase fue
sorprendida en su inicio con esta proclama de la profesora, qe sonrió
plácidamente en ese momento:
—Algunos de ustedes me dejaron una carta la semana pasada, y les agradezco a
esos alumnos sus palabras.
Los remitentes disimularon y se unieron a sus compañeros en pedirle
explicaciones a la profesora, pero esta no dijo nada más al respecto y la
clase continuó normalmente; y cuando los alumnos se preguntaban unos a otros
sobre qiénes y qé carta, los cuatro mintieron.
La tétrada se esforzó mucho a partir de entonces en disimular por un tiempo,
sobre todo, procurando no dejar salir su euforia para nadie más qe ellos: por
lo qe la profesora había dicho, ¡sus palabras habían funcionado! ¡“Crimen”
perfecto! Y efectivamente, las clases de la profesora Davis y el profesor
Monteros volvieron a la normalidad; qizá, incluso, los dos estaban con un poco
de mejor humor.
1º caso de La Tétrada.
Clientes: La Tétrada.
Misión: Seguimiento con espionaje del profesor Monteros. Ante la información
recogida en medio de su primer día de misión, cambian su objetivo a ayudar a
la profesora Davis a salir de su situación de violencia doméstica.
Resultado: Ayuda otorgada satisfactoriamente.
Anexo: meses después de finalizada la misión, la profesora Davis obtuvo el
divorcio y la custodia total de sus hijos.
Y la ayuda fue otorgada absolutamente gratis, pero como Álex, Guille, Yesi y
Auro estuvieron de acuerdo, las emociones de la aventura y la alegría de haber
contribuido a la alegría de dos personas eran suficiente recompensa para este
caso autootorgado, junto a su deseo de permanecer anónimos. No obstante, sí
cobrarían por sus servicios cuando tuvieran como clientes a otros qe no fueran
ellos mismos.
Después de qe la profesora hubiera hecho ese reconocimiento, en la misma
semana, Álex tuvo otra gran alegría. La tía lo sorprendió haciendo ella misma
papas fritas con milanesas, el plato favorito de ambos, y diciéndole, en un
estado casi eufórico como Álex no recordaba haberla visto –al menos sin qe
hubiera tomado algo de alcohol, pero el estado de ahora era más calmado–:
—¡Es para festejar nuestro gran éxito! Gracias a nuestra ayuda, un asesino
ahora está tras las rejas y un libro muy valioso ha sido recuperado.
—¡¿En serio?! —Álex nunca había tenido muchas esperanzas de qe se alcanzara
ese resultado.
—¡Totalmente! Lo localizamos tal y como te dije, sólo había un coleccionista
de características bibliófilas cerca. Entonces Alan llevó el caso a un juez;
me dijo qe el juez no estaba muy entusiasmado con el argumento de “el único
coleccionista de libros de toda clase en el área en la cual desapareció un
libro muy valioso”, pero Alan lo asustó diciéndole qe esto le había llegado
por un periodista (o sea yo, pero obvio qe no me nombró) y qe si no ejecutaba
la orden de allanamiento, ese periodista (o sea yo) publicaría un artículo muy
desfavorable para ellos, atacando a la ineptitud policial y, específicamente,
la del juez qe no ordenó el allanamiento, con lo qe qedaría escrito como
“causa probable ignorada por probable soborno”. Como este juez está buscando
un ascenso ahora mismo, parece qe no qiso arriesgarse a qe le ensucien su
nombre frente a la opinión pública; aunqe reconozco qe aun así tuvimos suerte
de qe decidiera mandar el allanamiento…
>>Encontraron el libro y el tipo fue arrestado. Es cierto qe qizá esto
no alcance para probar el asesinato, pero para eso tendría qe “confesar” qe
adqirió el libro en el mercado negro, y al menos tendrá algún castigo por eso.
Y yo me encargaré de marcarlo como el sospechoso en el diario.
Álex soltó una risa y dijo con pícara diversión:
—Así qe ayudé a atrapar un criminal ¿eh? —y practicó una reverencia a un
público imaginario, como Sherlock Holmes en la primera de sus novelas cuando
Watson y él se conocieron justo después de qe él hubiera hecho un gran
descubrimiento.
Y la tía le respondió en el mismo tono:
—¡Así es, oh, gran detective! ¡Haz encontrado tu profesión!
Álex les contó a sus amigos con gran pompa y fanfarria “su gran hazaña”, y
aunqe los tres qedaron encantados con el caso, se tomaron a broma su
participación en él por habérsela contado con tanta dramatización, y al final
los cuatro se rieron por tener a “un detective oficial” en el eqipo.
FIN DEL 1º CASO
[3]Local de comidas rápidas..
[4]Según creo, un término más correcto es el de handie-talkie o HT, al
ser walkie-talkie usado principalmente para referirse a los HT de
juguete, o por desconocimiento de que ese es su uso más acertado; y no
obstante, pero creo que en inglés se utiliza más comúnmente el término -en ese
idioma- radio. Pero como en esa época los llamábamos
walkie-talkie –y así les habían sido regalados a las gemelas- ése es el
término que se utiliza aquí.
[5]Identikit: retrato hecho a partir de una descripción. También: retrato
hablado y retrato robot.