LAS CRÓNICAS DE ELRIC 6 LA VENGANZA DE LA ROSA
Título original: The Revenge of the Rose
Autor: Michael Moorcock
Fecha de publicación original: 1991
Editorial Edhasa, primera edición, marzo de 2009, impreso en Argentina, Avellaneda
Traducción: José Manuel Pomares
Ilustración de tapa: Pez; de la espada de la sobrecubierta: Christos Achilleos; de las guardas: Krystal Camprubi
ISBN: 978-987-628-045-7
Elric de Melniboné, vagando solo tras haber abandonado la eterna ciudad de Tanelorn, siente nostalgia por la Melniboné que él mismo terminó de destruir, pues al menos tenía un lugar estable en Imrryr, la Ciudad de Ensueño, mientras que ahora vaga sin propósito con su espada simbionte come-almas Tormentosa.
Pero el albino había desenvainado su espada rúnica con toda la rápida habilidad lograda con los años y la gran hoja de combate rugió un desafío y lanzó una amenaza a toda la miríada de habitantes de los Mundos Inferiores, Medios y Superiores, para que se lanzaran sobre ella, para que la alimentaran, a ella y a su maestro, pues esta cosa no era propiedad de nadie, sino que se había convertido, si es que no lo había sido siempre, en una fuerza independiente cuya única lealtad se hallaba establecida con su propia existencia, aunque fuera tan dependiente de que Elric la empuñanara, como lo era el propio Elric de su energía para su propia supervivencia. Esta impía simbiosis más profundamente misteriosa de lo que pudieran imaginar los filósofos más sabios, era lo que había convertido a Elric en el hijo elegido del Destino, y era al mismo tiempo lo que, en último término, lo había privado de su felicidad
Repentinamente, es convocado mediante un dragón por el fantasma de su padre, Sadric, quien, aunque cumplió sus deberes formales para con su hijo, siempre lo odió por haber causado su nacimiento la muerte de su esposa, único ser a quien había amado:
Eres el hijo de tu madre y por eso te amo como amé su recuerdo, aunque fuiste tú quien mató a la única mujer a la que amé verdaderamente, y por lo que te odié con un odio injusto
Ahora, su fantasma le pide que lo salve de caer eternamente en manos de Arioch, el duque del infierno patrono de Elric y de los emperadores de Melniboné, bajo amenza de que si no, su alma se unirá al alma de Elric para atormentarlo por la eternidad con su odio, lo que aterroriza a Elric aun más que la muerte, por lo que se embarca en la búsqueda del alma de su padre, oculta en una caja de palo de rosa de paradero exacto desconocido que está en posesión de tres hermanas, y esta búsqueda lo llevará a recorrer el multiverso y el tiempo como no lo había hecho antes. Elric, al principio, acepta con pasividad y desesperación su rol de buscador del alma de su padre, pero a mitad de la historia esto cambia, molesto con que traten de controlarlo los dioses para sus fines destructivos.
...Elric se da cuenta de que su terror se ha transformado en algo más, en una especie de determinación, una suerte de fría demencia. Juega no sólo con el destino de su propia alma, sino también con la de su padre, e incluso mucho más que eso. En lugar de seguir dejándose asombrar por los acontecimientos, controlado por ellos, toma la decisión de entrar en el juego entre los dioses, de jugar hasta el final y de hacerlo por sí mismo y por sus amigos mortales, las criaturas a las que ama y que todavía le quedan; de hacerlo por Tanelorn. Esto no es más que una promesa que se hace a sí mismo, apenas coherente, pero que se convertirá en el fundamento de sus acciones futuras, de su negativa a aceptar la tiranía del destino, de permitir que su sino continuara estando a merced del capricho de alguna divinidad semibestial, cuyo único derecho sobre él se debe al poder superior que detenta.
Hay muchos personajes con los que Elric se ve involucrado en esta historia que lo lleva a través del tiempo y universos:
Ernest Wheldrake: es, por causas desconocidas que no parecen ser de su elección, un viajero multiuniversal y de cierta forma intemporal, quien tiene el rol de Moonglum como amigo acompañante de Elric, teniendo también un ánimo contrapuesto al depreminte del albino al punto de que logra contagiarle algo de su buen humor; es un poeta cuyos versos escritos o por escribir en el futuro (para su percepción del tiempo) son de ayuda, creando así esta especie de paradoja temporal de que los versos de su yo-futuro ayuden a su yo-pasado y amigos y gracias a esas ayudas logrará sobrevivir para escribir esos versos.
La Rosa, la misma del título del libro, es una mujer guerrera y hechicera y de pasado misterioso que se une a Elric y Wheldrake en su búsqueda de las tres hermanas pues también ella las busca. Tiene cierta similaridad con Oone de la Fortaleza de la Perla, aunque en aquella historia se había desatado entre Elric y Oone un interés romántico que el primero termina rechazando por ser fiel a su amada Cymoril, mientras que con la Rosa no se produce tal interés y forman rápidamente una amistad.
-No nos lo dirán, príncipe Elric. Al parecer, hay temas prohibidos por las buenas maneras. Supongo que aquí ocurre como en tantas otras sociedades en las que los mismos principios fundamentales de su existencia se hallan sujetos a los más profundos tabúes. Me pregunto cuál es este terror a la realidad que aflige al espíritu humano.
Gaynor el Condenado, ex príncipe de lo universal, que me pregunto si calificaría como una especie de anti Campeón Eterno, o un Campeón Eterno que podría haber sido; tiene similitudes con Elric que ambos perciben. Siempre con su armadura puesta, con casco irremovido, inmortal que desea morir y también busca a las tres hermanas. Este personaje me ha interesado mucho desde su primera aparición, y leí en otro lugar que no es esta la única historia del multiverso Moorcock en que aparece.
Familia Phatt: un grupo de psíquicos, clarividentes y viajeros del multiverso, son Fallogard, mamá Phatt, y los pequeños Charion y Koropith. Charion es quien más cambia, pues se convierte en adulta durante esta historia por disparidades temporales: para Elric pasan unos cuantos días o pocas semanas a lo largo del libro, pero para otros pasan incluso años cuando caminan por distintos universos. Es quien tiene más "tiempo de pantalla" de la familia y es un agradable personaje de los que me gustaría leer más historias, al igual que de la Rosa, e historias donde participe Gaynor.
Esbern Snare: Moorcock toma a un personaje de una leyenda dinamarquesa y lo mete en su multiverso convirtiéndolo en un ser sobrenatural con similaridades con Elric y Gaynor.
La historia, como en algunas de las anteriores, no va ni muy lenta ni muy rápida: Moorcock sostiene la narración en una velocidad media, con sólo dos o tres momentos en que acelera. El final, en su ejecución, no me resultó completamente satisfactorio cómo se libró la última batalla contra el antagonista principal, pero sí lo fue en cuanto a las decisiones finales de los protagonistas, y de la Rosa en particular; por otro lado, el argumento estuvo muy bien desarrollado, con una compleja trama que sólo al final se revela qué tan compleja era.
Los personajes tienen un buen desarrollo, con el extra de que, por primera vez, Arioch pierde completamente la paciencia con la falta de ganas de Elric de cumplir sus planes, y revela su caprichosidad como señor del caos que es, pero también su capacidad de maquinación contra otro señor del Caos, Mashabak, que también tiene un rol importante aquí.
En lo malo también está que fue muy largo para tener la velocidad que tuvo: menos descripciones en algunas partes, en consiguiente, podrían haberse elidido, y algunos diálogos implícitos (el narrador describe en qué consistieron) habrían quedado mejor como explícitos para dar descanso de algunas descripciones largas.
Para finalizar, esta novela es la más anormal de las crónicas de Elric por tono, extensión, tener un humor más ligero además del humor negro de Elric, expresar argumentos filosóficos con más detalle y profundidad que en los anteriores libros, y por la escala multiuniversal que alcanza. Además, este libro, junto a los del 1 al 4, estimo que no implicaría una gran pérdida si es el primero de las crónicas que se lee (aunque recomiendo leerlas en el orden cronológico recomendado por el autor).
El último melnibonés piensa en la historia y en las leyendas de su pueblo, y les cuenta a sus amigos humanos algunas de las cosas que sabe y algún día, un escriba humano escribirá estas palabras recordadas que se convertirán a su vez en el fundamento de ciclos completamente nuevos de mitos, en volúmenes enteros de leyenda y superstición, de tal modo que el fragmento de un grano de la memoria prehumana llegará hasta nosotros, como sangre para la sangre y vida para la vida. Y los ciclos girarán y darán vueltas y se cruzarán en puntos impredecibles en una eternidad de posibilidades, paradojas y conjunciones, y una historia alimentará a otra, y una anécdota proporcionará a otros épicas enteras. Así influimos sobre el pasado, el presente y el futuro en todas sus posibilidades. Así somos todos responsables de cada uno de los demás, a través de toda la mirada de dimensiones del tiempo y el espacio que constituyen el Multiverso...
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